Cosiéndome las heridas

Fui,
yo,
aquel sastre que se cosió la herida.
Que le dolió más cuando se cerró
que cuando estaba abierta.
Porque nunca llegó a cicatrizar.
Seguía sangrando,
llorando.
Y, arrasando el suelo,
(la herida)
sufrió más que amó.
El peso del corazón,
del amor,
fue un calvario.

Descubre más desde PEREZITABLOG

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo