Etiqueta: blog literario

  • Diari d’hivern de Paul Auster

    Diari d’hivern de Paul Auster es un diario, más concretamente, su biografía narrada por él mismo desde que era niño hasta sus sesenta y tres años, edad que cumplía justo al terminar de escribir su vida, en el 2011.

    El diario de Paul Auster es un libro sin capítulos ni fechas. Solo indica datos, como la fecha precisa, su edad y el lugar, en el principio de cada acontecimiento. Y trata sobre anécdotas de su infancia, accidentes curiosos, de su niñez, de su adolescencia, de cuando se marchó de casa y de lo poco sedentario que fue. Narra tanto sus desamores como sus amores y también explica cómo fluyó el amor de su vida: su mujer.

    A posteriori, cuenta sus experiencias de los cuarenta y seis años hasta su actualidad, es decir, los sucesos con su mujer y sus hijos y su trabajo profesionalizado: escribir.

    Continúa, su narración autobiográfica, con un autoanálisis. Antes, durante y después de su cumpleaños, a sus sesenta y cuatro, cuando se cuestiona quién es. Recuerda a su madre, fallecida desde ya hacía nueve años atrás, justamente aquella conversación que tuvo con ella en mayo del 2002. Aquella donde sintió que ella era feliz. Y, luego, la caída en picado, pues su queridísima madre falleció en su cama al cabo de dos días. Entonces, Auster se convirtió en un «bloque de madera», porque no sentía nada. Solo horror. Se enganchó al dolor.

    En resumen, Paul Auster ha entrado en el invierno de su vida, tal y como dice él, porque Diari d’hivern es un libro lleno de reflexiones sobre el hecho de existir, de sensaciones y sentimientos, de descripciones introspectivas de uno mismo. Es un libro lleno de literalidad y de metáforas que va escopeteando sin querer donde va acertando en el punto de mira, es decir, dando golpes suaves en el corazón.

  • Diari d’hivern, Paul Auster

    Diari d’hivern de Paul Auster es un diario, más concretamente, su biografía narrada por él mismo desde que era niño hasta sus sesenta y tres años, edad que cumplía justo al terminar de escribir su vida, en el 2011.

    El diario de Paul Auster es un libro sin capítulos ni fechas. Solo indica datos, como la fecha precisa, su edad y el lugar, en el principio de cada acontecimiento. Y trata sobre anécdotas de su infancia, accidentes curiosos, de su niñez, de su adolescencia, de cuando se marchó de casa y de lo poco sedentario que fue. Narra tanto sus desamores como sus amores y también explica cómo fluyó el amor de su vida: su mujer.

    A posteriori, cuenta sus experiencias de los cuarenta y seis años hasta su actualidad, es decir, los sucesos con su mujer y sus hijos y su trabajo profesionalizado: escribir.

    Continúa, su narración autobiográfica, con un autoanálisis. Antes, durante y después de su cumpleaños, a sus sesenta y cuatro, cuando se cuestiona quién es. Recuerda a su madre, fallecida desde ya hacía nueve años atrás, justamente aquella conversación que tuvo con ella en mayo del 2002. Aquella donde sintió que ella era feliz. Y, luego, la caída en picado, pues su queridísima madre falleció en su cama al cabo de dos días. Entonces, Auster se convirtió en un «bloque de madera», porque no sentía nada. Solo horror. Se enganchó al dolor.

    En resumen, Paul Auster ha entrado en el invierno de su vida, tal y como dice él, porque Diari d’hivern es un libro lleno de reflexiones sobre el hecho de existir, de sensaciones y sentimientos, de descripciones introspectivas de uno mismo. Es un libro lleno de literalidad y de metáforas que va escopeteando sin querer donde va acertando en el punto de mira, es decir, dando golpes suaves en el corazón.

  • ¿Cómo escribir el esqueleto de una novela?

    Para empezar, un esqueleto, en el ámbito de la escritura, es la estructura que tiene una novela, es decir, la forma interna de cómo está construida la historia.

    El objetivo del esqueleto, o también denominado como escaleta en el terreno cinematográfico, consiste en tener una organización previa lógica y coherente sobre lo que se escribirá a posteriori. Sirve, principalmente, para planificar la forma de la novela. Pero, ¿Cómo se hace un esqueleto o una escaleta? O, mejor dicho, ¿Cómo la creo yo?

    Pues, en mi caso, para el acto previo a escribir, utilizo una libreta. Una vez con la libreta ya abierta, un bolígrafo y mi idea ya desarrollada, sigo desencajando las piezas -de esa breve idea-, incluso las recorto, las elimino o las prolongo unos días más, para después hacerlas bailar en el papel. Pero antes viene el proceso de planificar, quiero decir, de preparar los capítulos.

    Mi estrategia es la siguiente:

    • Escribo el número del capítulo al inicio de la hoja del lateral izquierdo de la libreta.
    • Al lado de donde he escrito Cap. I defino brevemente de qué irá el capítulo. También anoto alguna idea de forma breve, incluso pongo el personaje que quiero que presida el capítulo.
    • Divido en tres partes la estructura narrativa: en la primera parte, abro el capítulo, lo que es la introducción; en la segunda parte, que es la continuación, desarrollo el capítulo, y en la tercera parte, intento cerrar el hilo del capítulo o lo dejo abierto dependiendo de mi estado anímico y de mis preferencias respecto a la trama de la novela.

    Lo realmente divertido de planificar la novela es que dentro del orden habita un caos inmenso. Es interesante y curioso. A parte, entre las frases y las palabras, se va creando, sin querer, el arte. Al menos para mí.

    Mi consejo es que te dejes llevar por la idea surgida y que, luego, la vayas moldeando sin que pierda la esencia principal. Para ello es necesario perderse muchas veces y dar en el clavo justo en el momento más esclarecedor que, probablemente, sea cuando estés más ofuscado.

    El otro consejo que te puedo ofrecer es que no te limites, que te dejes llevar tanto en tu forma de crear como con tus herramientas (libreta, bolígrafos, espacio y forma de escritura, etc.) Y que experimentes. Me refiero a que si siempre escribes a mano y en un mismo lugar como, por ejemplo, en tu despacho, cambies un poco de aires y de métodos. Sal a pasear y ve a donde te lleve tu corazón que de ahí pueden surgir procesos hermosos. En vez de escribir a mano, escribe en el móvil o desde el portátil. O al revés. Yo, por ejemplo, muchas veces voy a una de mis cafeterías preferidas donde escribo y me dejo fluir. Pero hay momentos que voy a la biblioteca o si hace buen tiempo me quedo en un parque. Todo depende del estado emocional de cada uno. Inténtalo, ganarás más que perderás.

    En definitiva, a veces la escritura nos sorprende a nosotros mismos de lo que puede surgir de ahí, así que como último consejo: vive, siente, desordena tus emociones, escribe, transmite y vuelve a vivir. En bucle.

  • Me voy queriendo

    Que lo entienda quien quiera porque estoy cansada de sentir tanto para expresar la nada. Es como hablar con paredes que aún siendo curiosas, por mala suerte, están vacías por dentro. Créeme cuando te digo que los sucesos se me vienen encima. Montañas de palabras se aglomeran en mi corazón. Quiere, Quiere salir, estallar, volar. Lo está haciendo latido a latido. Me siento y descanso. El arte bueno escasea. Los días se van. Se marchan, como yo de mi misma. Estoy floreciendo. Soy otra fuera de mi ser y qué bonito y bien se experimenta. Y qué mal se verbaliza, pero que sencillo es plasmarlo en palabras.
    De mientras me quiero.

  • ¿Cuántos colores hay en un enamoramiento?

    Hola ojazos,
    me estoy enamorando
    otra vez en gerundio
    y de la vida,
    de ti.
    Soy feliz,
    me ves sonriendo como una perdiz.
    El dolor se va,
    Hey, ¿Cuántos colores hay en un enamoramiento?
    Amor inalcanzable,
    es imposible
    lo nuestro,
    lo que corre por encima de una cuerda que no afloja,
    que se estira cada vez más.
    Quiéreme y, por encima de todo,
    bien.

  • Toc, toc, ¿Hay alguien ahí?

    El eco de mis pensamientos suena en la oscuridad de la noche. Atardeceres negros, pero llenos de estrellas. Son ellas, llenas de luz en su mirada, y en el corazón. Dos instintos, un café y la sonrisa ladeada. Dejarme estallar. Bombardearte a preguntas inéditas, las que jamás irán más allá del umbral de mi boca. Un mar de dudas abunda en mis ojos. Tempestad y dolor. Los colores están deshaciéndose con el agua que reside en mis pestañas que se marchan en un velero y me dejan en la deriva, ahogándome en mi propia herida. Si hablo de cicatrices me recreo en estas. Me destruyen. Me gusta torturarme a corazonadas que rebosan la nada. Aún así, toc toc, ¿Hay alguien ahí? Porque creo ser feliz.

  • Leer o no leer y otros escritos de Virginia Woolf

    Adeline Virginia Woolf (1882 – 1941), conocida como Virginia Woolf, fue una escritora británica, destacada por ser una de las figuras más representativas del siglo XX.

    Leer o no leer y otros escritos son críticas de extensión breve, que fueron inéditas durante largos años. Se caracterizan por provocar al lector el hechizo de pensar.

    Los temas son varios, entre ellos cabe destacar el ensayista; el ensayo como a tal; las guías de viajes, que son inútiles; el acto de leer; la literatura londinense; las novelistas; las novelas contemporáneas; los novelistas ingleses, aquellos prejuicios que tenemos o vamos creando sin querer; el ensayo actual; reflexionar sobre la vida; cómo no hay que leer un libro; qué es una buena novela; el centrarse en el presente; un poco de los clásicos, y el ponerse en la piel del escritor. Las dieciséis críticas se enmarcan en el modernismo anglosajón, entrelazados entre sí por la metaliteratura.

    En resumen, una obra literaria va desde ser el más egoísta como, por ejemplo, en un ensayo, hasta romperse y quedarse en goteras, como un poema o un breve texto en prosa. Por eso hay que escribir bien, respetar la literatura y demostrar y hacer desde el corazón. Aunque, según Virginia Woolf «(…) los grandes escritores a menudo requieren de nosotros esfuerzos heroicos para leerlos adecuadamente».

    https://m.media-amazon.com/images/I/41N4kLg6d2L.SX361_BO1,204,203,200.jpg
  • Queriéndome

    Bonito día se quedó, será que es martes. Y un amanecer del otro viernes. ¿Vienes? ¿Nos echamos el café por encima? Que estoy cansada de tanta vida. Quiero quemarme y salir a surfear entre las nubes. Los inicios de semana van cuesta arriba, y suman días. Justamente hoy soy libre. Me estoy comiendo el final feliz porque lo construyo de suspiro en suspiro y tiro porque agarro el dado y me lo como a bocados. Soy alas, viento y la bruma espesa del cielo de ayer. La lluvia ya sube en vez de bajar. Y joder, qué bien se siente tocar de pies al suelo, sin arrasarlo y con instintos de saber que estoy pintando mi libreta, aquella negra, desgastada y con la goma floja (que afloja), llenándola de semillas. Siento que crecerán, que florecerán. Tiempo atrás morí y otro golpe suicida ya no habrá. Seré mi propia flor, algún día. Lo sé. Después de tantas lágrimas con llamadas de emergencia ahogadas en silencios y mucha sequía, llegué. Me encontré, me derrumbé y, ahora, estoy tirándome pétalos hacia mi ser. Se le dice: queriéndome.

  • ¿Tu vida es como la imaginabas hace un año?

    Sinceramente, no. Está bien y mal a la vez, quiero decir, es mucho mejor de lo que esperaba y, al mismo tiempo, no es del todo como la imaginaba.

    ¿Por qué?

    Voy a hacer un análisis introspectivo.

    El primer recuerdo que me vienen a la mente solo pensar en enero es un curso on-line al que me subscribí. Es el hecho de la frase que me dije, autoconvenciéndome de que me apetecía hacer el curso, pero como tenía por delante un año entero, lo fui dejando hasta del día de hoy. Bueno, sigue a medias. Y con ello, todo lo que me propongo nunca lo termino.

    El curso va de cómo escribir una novela paso a paso. Aunque, desde mi perspectiva, debería explicarme, la vida, cómo vivir. Más concretamente, cómo hacer aquello o lo otro.

    Luego ya no tengo más imágenes esclarecedoras. Simplemente tengo sensaciones. Ha sido un año intenso. Muy brusco. He recorrido recovecos de mi ser que anteriormente no hubiese reconocido. He detectado algunos desagües, deteriorados por el tiempo donde la causa fui yo. Vivir y morir a partes iguales. Desvivirme, sufrir por todo lo alto y regresar al suelo para quererme, para cuidarme.

    Sí, ha sido hermosamente doloroso. Reencontrarme, digo. El año entero ya es otra cosa, un viento distinto, quizás.

    Tengo que reconocer que he leído escasas páginas de entre los libros que me quedan aún por saborear. Aún así, me he relamido las heridas. Demasiado, creo. Hasta tal punto que las he dejado en blanco y he sido incapaz de encontrar el porqué o, mejor dicho, el para qué. Por ese camino sí, sí que me leí. Lo sigo haciendo, pero lentamente porque no quiero asustarme, o despeinarme.

    Sentir consistirá siempre en enredarse con las palabras para después soltarlas del revés, incluso tragártelas y quedarse en un silencio inmensamente profundo. Y quedarse ahí por unos escasos meses. Estamos hablando de más de cuatro. Son numerosos días que duelen, que te marchitan y hacen que florezcas, pero ya, si eso, cuando sientas que estás, que todo es presente. Ni pasado ni futuro. Presente.

    Aquí estoy. Escribiendo barbaridades, y de emociones extrañas también. Fluí a contracorriente. ¿Cómo lo hice? Pues que me dejé engatusar por una ola que se empeñaba en arrastrarme hacia la orilla mientras insistía en regresar a un pasado. Me correspondió, pero en una verdad deshecha.

    Otro rollo, otro modo. Cada día que amanezco, florezco. Y aprendo. Muchísimo. El acto de analizarme me gusta. Solo fíjate en lo que ha salido de mis dedos. Ahora siento paz y una chispa de felicidad.

    Tengo hambre. De llenarme de ganas y de vaciarme de disgustos. Los escaparates están por estar y tú, ser humano, estás para escribirte de aquellas idas y venidas en un bucle imparable.

    Estás para ser una herida, plantar una sonrisa en la brisa de tus pestañas y correr kilómetros sin querer(te). Vas a morirte y a amarte en un vaivén constante. Despreocúpate, quiero decir, ocúpate en ser un torbellino de sucesos sentidos. Esto es lo que te hace real. Todo lo demás, sobra.

  • Me siento bien

    He visto cielos y qué profundos son. Se rompen en el precipicio de la nada, regresando para vivir, o morir más. No sé. Sigo, pero no sé. Pierdo el tiempo, ya no invierto. Aún así, bebo el agua salada que emana de mi piel. Me siento bien.

  • Mi lugar existencial

    He dejado de escribir(me), quizás, a causa de sentir demasiado. Tal vez por desvivirme constantemente. La probabilidad de saber el motivo ha desaparecido. ¿Estaré en un bloqueo vital? Sí. Hace dos noches atrás, después de conversar conmigo misma, mirando en el espejo mi reflejo, una luz se iluminó en medio de la oscuridad. Me saqué de la duda, del bucle sin salida. Toda la vida me refugié entre libros y palabras que salían -y siguen saliendo- escopeteados de mi ser.
    Me disculpo. De mí para mí. Me pido perdón por todo el daño que me causé. ¿Comprendes que si me hubiese querido un poquito todo hubiese sido distinto?
    La vida es realidad y vaya si jode. Te hace estallar. Explotar sangre. Morir y morir. El vacío que experimenté y que, paulatinamente, se va llenando de silencios agujereados. Han sido todo lo que callé por miedo a escupir(me) verdades tan sinceras.
    Empiezo a quererme. Una gotita de amor está cayendo hacia dentro.

  • ¿O creemos que estamos queriéndonos?

    Abro los ojos, estoy pisando dos cafeterías al día. ¿Qué me sucede? Pues que estoy muriéndome en vida. A ras del suelo van mis alas, ya rotas y desgastadas. Aún así, me miro en el espejo y, por fe, lo único que veo es una sombra que traspasa mis luces y se carcome mis ganas. Ayer tuvimos sexo. Fuimos carnívoros. ¿Nos estamos queriendo? ¿O creemos que estamos queriéndonos?

  • Un simple cruce de miradas

    A veces necesitamos un simple cruce de miradas, un «lo estás haciendo bien», que nunca llega. Nos arrastramos por el suelo, vamos cayendo caricia a caricia por un precipicio infinito de dudas. Las cicatrices ya no duelen. Somos inmunes, eso creemos. Creamos sentimientos -sangrientos- que surgen de la nada y, esta, se convierte en todo. Cuando eso pasa, la vida ya ha pasado.
    Se ha volatilizado.

  • Hablando

    Hablo mucho de este tiempo verbal,
    inédito para mí.
    Y de lo poco que soy presente
    -distante-
    dejo de serlo.
    Qué brutalidad:
    el extremo de cada emoción.
    Cerrar de un portazo
    el corazón
    en un momento de dolor.

  • El insecto

    ¿Te has mirado alguna vez?
    La miseria que desprende tu vida, y tú.
    De humana tienes lo mismo que yo de soberbia.
    Estoy sentada, y me siento mal. No es por ti, es por mí. El hecho de que me duela. Tengo que, simplemente, aceptar e ignorar. Pero ese sentimiento que se incrusta como un insecto pica. Y rasco y sigue picando. Qué asco.

  • Cojeo de corazón

    Es irónica la vida ¿No? Al fin y al cabo, vivir en un lugar que nunca fue hogar aún así llamándolo «casa» es contradictorio. Dejar de ser persona a causa de ellos. Ir y venir. Morir y morir: una forma de suicidarse en el mundo. Tendré los años que tenga, pero tengo más heridas sin cicatrizar que vidas. Duele. Me hunde. Jamás seré lo que vosotros queráis que sea.
    Soy texto, palabra y verbo.
    Soy mi propio arte: me construyo y me destruyo al ritmo del viento.
    La superficialidad me habla. Es algo así: llama a mi ventana y dejo que se marche lentamente mientras la observo percatándome de la mierda que se viene. Sí, con ojos críticos y un haz fugaz de tristeza, que divide mi cielo en dos: lo real de lo surrelista.
    Aún así, me rompen. Ya no se trata de cómo me veo ni de cuánto me quiero.
    Simplemente,
    sé paz por mí.
    No me interesa esto: la estupidez humana.
    Y cojéando me voy.

  • Vaya tristeza

    Amor, lo siento y esta vez no hay excusas ni pretextos. Simplemente que ya no duermo, que mis ojos están tristes y que me siento océano. Que aunque sea lo más hermoso del mundo, es un caos. Soy un puto caos. Mi corazón salta de extremo a extremo. Es una montaña rusa. La paz ha desaparecido. Vaya tristeza. Se agranda, y el nudo en mi garganta también.

  • Sonriéndome

    Créeme que voy con ojeras y que después de tres cervezas soy más humana que princesa. No me interesa. Quiero sólo cuatro segundos, y pasar cuentas para descífrarme. Para descubrirme con intentos y muchas alas que aún así derrapando, puedo despegar. Me faltan tres textos, vivir en gerundio y sonreírme en presente, siempre.

  • Instante etéreo

    Me apetece escribir,
    desangrarme entre letras.
    A balazos y a ratos,
    me muero por besarte en los labios.
    Derrapando en un tiempo inerte,
    tirándolo todo a la suerte
    dejándome llevar,
    y si eso, ya.
    Un mañana que nunca llega,
    un presente que no se vive
    y un dolor interminable
    resurgen día a día
    al mirarme al espejo
    y reflejarme sin querer
    en una brevedad
    siendo el instante etéreo.

  • Horizonte salado

    Necesito mar, mucho mar.
    Y sal y lamerme los labios y estamparlos en los tuyos. Con mi vestido amarillo, desnuda de dudas y miedos, sentarme a tu lado en la orilla. Mirar el horizonte, y luego observarte. Sonreír. Vivir a base de risas en el corazón que late enamorado de la vida, de ti, de mí. De todo. Lo más hermoso es eso: ser en gerundio y amar.
    Qué paisaje,
    ahí.
    Un cuadro pintado a verbos, a tiempos, a latidos. Sin pintura, solo con los sentimientos encuadrándolos en un momento inédito y lleno de nosotros.

  • El cielo

    Ansiamos un cielo,
    otro distinto.
    Más eterno
    y menos breve,
    para introducirnos en él,
    acariciarlo con el corazón
    y dejar de ser noche.
    Comenzar a vivir
    en gerundio
    y a cámara lenta.
    Retroceder y rememorar
    aquellos momentos
    instantáneos,
    escopeteados a balazos.

  • Un cuento perfecto de Elísabet Benavent

    Es un libro que, después de leer las primeras cien páginas, te cala. Y tan adentro que empatizas hasta contigo misma cuestionándote realmente si a ti también te está pasando. Si te estás dejando o si necesitas, simplemente, fluir con la vida como cuando eras una niña.

    Un cuento perfecto de Elísabet Benavent

    Un cuento perfecto es una novela de romance contemporáneo publicada el 2020 escrita por Elísabet Benavent (Valencia, 1984). Esta obra trata sobre la introspección de uno mismo. Sobre la autorrevelación. Una forma de encontrarse, de quererse y de amar.

    Margot, la protagonista de esta historia está rota, vacía, y hace un viaje introspectivo. Después de un ataque de pánico el día de su boda, estalla de la forma más cobarde: huyendo. A medida que avanza la historia se observa una evolución del personaje. La forma en cómo se enfrenta a diversas situaciones, y también emociones, es distinta. No es la misma en el inicio del libro que al final. Su transformación va desde la semilla hasta el hecho de florecer; el acto de amarse. Otros personajes destacables son Filippo, David y las hermanas de Margot (Patricia y Candela), que están muy presentes en su vida.

    Benavent provoca que sientas, sobre todo aquello que hay dentro de ti, para que estalles de un portazo y te estrelles contra la vida. Se trata de abrir los ojos, de abrirte al mundo. Al amor propio y ajeno. Es un cuento tan imperfecto que acaba siendo predeciblemente maravilloso.

  • Un cuento perfecto, Elísabet Benavent

    Es un libro que, después de leer las primeras cien páginas, te cala. Y tan adentro que empatizas hasta contigo misma cuestionándote realmente si a ti también te está pasando. Si te estás dejando o si necesitas, simplemente, fluir con la vida como cuando eras una niña.

    Un cuento perfecto es una novela de romance contemporáneo publicada el 2020 escrita por Elísabet Benavent (Valencia, 1984). Esta obra trata sobre la introspección de uno mismo. Sobre la autorrevelación. Una forma de encontrarse, de quererse y de amar.

    Margot, la protagonista de esta historia está rota, vacía, y hace un viaje introspectivo. Después de un ataque de pánico el día de su boda, estalla de la forma más cobarde: huyendo. A medida que avanza la historia se observa una evolución del personaje. La forma en cómo se enfrenta a diversas situaciones, y también emociones, es distinta. No es la misma en el inicio del libro que al final. Su transformación va desde la semilla hasta el hecho de florecer; el acto de amarse. Otros personajes destacables son Filippo, David y las hermanas de Margot (Patricia y Candela), que están muy presentes en su vida.

    Benavent provoca que sientas, sobre todo aquello que hay dentro de ti, para que estalles de un portazo y te estrelles contra la vida. Se trata de abrir los ojos, de abrirte al mundo. Al amor propio y ajeno. Es un cuento tan imperfecto que acaba siendo predeciblemente maravilloso.

  • Amor personificado

    Después de aquella pelea absurda, del viaje en coche, de la broma de mi padre, de la adrenalina en mi estómago, de una caricia y de llegar al restaurante, sonreí. Porque me sentí, porque estaba viviendo el presente. Claro que el dolor estaba en mí, pero era uno distinto. Al observarme, la espontaneidad y el sol de mi interior, me gusté. Me sentía querida por ellos y gracias.
    A todos.
    A aquel caos de mi corazón que reafirmándose se colocaba otra vez. Y no con alcohol sino con amor. Uno dulce, tierno.
    En mi mente apareció un carrusel de imágenes de las personas que componían mis días. Pasó fugazmente, como flashes. Qué hermoso, palpitó mi corazón. Se dio cuenta de que aquella situación, la nueva etapa, era tan valida como yo misma. Que era el bien, la sinceridad y la honestidad con cada uno.
    Era el amor personificado.

  • Va pasando

    Me pasa que llega la noche y me apetece leer, empaparme de literatura. Después de ponerme el pijama, sentarme en la silla y encender la lámpara, se detiene todo aunque el mundo siga girando. Porque me quedo sentada, mirando la nada y sintiendo mucho. Este domingo ha sido intenso. Calor, dolor, empacho y mucho amor en compañía. Y pensar que en nada todo termina, que son tres segundos, como una caída desde un precipicio y estrellarse en un precioso mar ópaco. Así es la muerte.
    Y la vida se me pasa.
    El acto de leer también.

  • Autoestima

    El tiempo se acaba
    y yo que quiero volar.
    Sacar las alas y derrapar por el cielo,
    que aunque quiera el suelo
    voy a amar(me).

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