Salí de casa a las doce menos cuarto,
con tacones y falda negros.
Una chaqueta de cuero,
y unos pendientes de aro.
La noche estaba oscurecida,
porque el ticket de ida
era caro, y el de vuelta, raro.
Rodando por la ciudad,
observé las farolas encendidas y,
también, recordé tus ojos.
-Un cielo esclarecido-.
Porque hacía mucho frío,
y hubiera querido que hubieses venido.
No dejarme sola en medio de aquel lío,
estaba demasiado perdida,
demasiado enloquecida, sin saber,
el camino de regreso.
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