Me siento triste, poco esperanzada, deshinchada, pero con muchas ganas de que me encuentre el amor. Vaya por Dios, siempre me topo con el dolor. Ya encajonada en el mal sabor, me lo trago con un poco de licor. Entra amargo, un toque agridulzón, así, un toque tontorrón. Al menos estoy. ¿O ya no? A veces me vuelvo cuerda, otras la misma cuerda me ahorca. Otras simplemente se afloja hasta que se tensa y culmina en el «summum». ¿Quiero aún? ¿Me apetece seguir? Quizás acabe en este sufrir, en ese latir. Aunque mi vaivén se fue, regresó, se ahogó y se plantó. Quiso, quiso, quiso. No pudo, se marchó. Ahora late del revés si es aquello que crees. Todos aparentan llevar vidas milagrosas. Algunos pocos lo van gestionando de realidad, de algo de verdad. Yo, yo, yo te veo allí volando como un colibrí. Fin, porque otro principio amanece. Parece que me observo desde dentro. Eh, que continúo siendo experta en retratarme, en ir tarde a absolutamente todo. De mis raíces. ¿Qué nacen? Ni me quedan perdices ni tampoco narices para perderte de vista, para querer zanjar la brujería. Aunque la relojería haya estallado, de donde salió escopeteada creando una magia rara, los tempos se han cancelado solos, congelándose. Al final se agrietaron, pues se saltaron o se soltaron. Y yo quiero que me quieran completa, también eterna, pero cada vez que abro los ojos acabo cerrando mi corazón oscuro. Y vaya pequeña coincidencia: somos dos perros hambrientos. Tú, por querer comerme entera, yo porque me saboreen con dulzura, pasión y un temblor, el del amor. Qué pena que esté muerta, enferma y harapienta. Me duelen los codos de tanto describir quien soy o de qué me gustaría no carecer. Los locos, ¿Existen o se extinguieron? Bueno, ¿Me quieres? Es que me ubico lejos de ti, en otra estación primaveral del año del tuntún, del dos mil veint-«tú», instante preciso y perfecto en que hubiese cortado los hilos que nos unían. Resulta que se han despedazado, sí, van desangrados mientras se desgarran. Luego, un poco de indecisión, de revolcarme en mi propia perdición. Salvar la primera canción que nos ligó, que nos metió en un buen marrón. Borrón, y a seguir con la antigua cuenta, porque eso de colocar el punto… «¿Cuál?» Y saltar al nuevo escalón, al otro escuadrón es un cuento (tontorrón).
Borrón, sin cuenta nueva

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Comentarios
5 respuestas a «Borrón, sin cuenta nueva»
Conforme estaba leyendo … empecé a tararear.
Más que un poema «parecen los versos de tu canción».
Me gusta mucho. ¡Bravo!Gracias…, es conmovedor leer tu comentario. ¿Será el ritmo de mi vida?
Pd. Un abrazo lleno de poesía,
Gracias por leerme. ¡Nos leemos!
No se si es conmovedor, pero te leo con mucho gusto. Gracias por las palabras bonitas. Es un alago.
Hasta pronto Ana, un abrazo 🫂🤗La verdad es que acabas de sorprenderme. He entrado pensando encontrarme un pequeño fragmento en prosa y me he encontrado un poema que va navegando durante el transcurso del mismo.
Ese «Es que me ubico lejos de ti, en otra estación primaveral del año del tuntún, del dos mil veint-«tú»» me ha parecido precioso. Ten por seguro que me tendrás por tu blog muy a menudo.Buah, gracias por leerme… ♡. Sigo, aquí, a corazón abierto aunque ya sanando verso a verso, y los besos que quedan en forma de poema, ¿dónde estarán?
Pd. Es un placer tenerte por aquí, un abrazo lleno de amor, ♧.
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