Me derrumbé de camino a casa. Estaba atardeciendo y la lluvia ya había amanecido hacía rato, cayendo encima de mi ropa, chocando paulatinamente. Me sentí ignorada, incomprendida y poco querida por mi familia. Así me sentía, así me hacían sentir.
¿Por qué era tanto caos? ¿Por qué era tanto desastre? Yo, tan desalmada y marchita. En mi soledad me desintegraba. ¿Qué pensarían los demás? Otra depresiva loca.
Simplemente mi corazón estalló, mis ojos se cristalizaron -paisaje borroso- y mis pestañas se mojaron.
Tristeza, has venido a mi alcance. Y ya no puedo deshacerme de ti. Te tengo intacta en mi alma.
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