Necesito a alguien en la vida que venga para abrirme las alas y me ayude a volar. Que brinde conmigo todos mis fracasos y errores y me diga: «Ven aquí, estoy contigo». Necesito a alguien, para ser desastre, caos. Mar y tierra. Bucear hasta que nos ahoguemos y, de repente, por arte de magia, saltar a la superfície y oler las margaritas marchitas, amargas, desintegradas, para volver a derrumbarnos. Porque la vida consiste en eso, pequeños instantes de felicidad y, el resto de días muertos, vivir asfixiados hasta volver a respirar.
Y, sé, que es absurdo. Y me dirás «¿Para qué?» Para sobrevivir, sí, sobrevivir. Que las montañas se hielan, como nuestros corazones. Y que, el sol se esconde cuando llega la oscuridad, al contrario de nuestros miedos que salen a flotar. Pero, ¿tú no quieres volar, pá, má? Estoy cansada de esas actitudes, que me hunden en la miseria. Sólo hacéis que mis muros aumenten y me aplasten para convertirme en hormiga.
Necesito a alguien que me diga «Tú puedes.» Que me susurre un: «Nos ahogamos, pero estamos juntos en esta mierda que abarca miles de moscorrones, gordos, feos, desagradables de ver.»
Y ese alguien eres tú; has llegado en mi mejor momento.
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