Mi reflejo y yo

Siento algo, sí, que se nos pierde la chispa, y la llama. Que el fuego se apaga, que el entusiasmo se escapa. Siento que mis ojos se nublan y que el cielo quiere llorar, pero no puede -como yo-. Y tiemblo del miedo. Estoy asustada. Las tristezas ásperas aparecen a instantes y a montones. La vida no me quiere, ya no. Y el mundo se humedece en cuestión de segundos. Todo es océano, caótico. Brillan los destellos de las olas coléricas, ahora ya enfurecidas. Me gritan, estallan a garabatos.
Conversaciones idas, paseos similares. Y los días; son tan iguales, que ya no distingo a las personas, a los hechos, a las horas ni a los lugares.
Soy rareza llena de pena y me consuelo con los libros, leyendo.
Son las ganas que se pierden por el camino y se ocultan entre arbustos.
-Sólo digo, está siendo duro-.


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