Me mataste

Una sandía llena de pepitas,

un plátano negro,

y una manzana enrojecida.

Luego estás tú,

y la vida.

El alma, la mía.

Un rojo oscurecido, escurridizo.

Vuelvo, estoy volviendo, lo estoy haciendo.

Déjame decirte, eres arte, nunca dejarás de serlo.

No dejaré de escribirte, no puedo y, no quiero.

¿Lo peor?

Que te tengo aquí, enganchado en el pecho como pegamento.

Déjame escribirte, déjame hacerlo por el resto de mi vida, mis días ya murieron.

Me mataste.


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