Mi corazón ennegrecido,
no se da por vencido.
Florece,
se enternece.
Y no quiere,
pero la inercia lo retiene,
en la candencia de las miradas,
las que vienen y se quedan amarradas al alma.
Mi corazón ennegrecido,
no se da por vencido.
Florece,
se enternece.
Y no quiere,
pero la inercia lo retiene,
en la candencia de las miradas,
las que vienen y se quedan amarradas al alma.
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