Y un día, cojeré y me largaré.

Sin billetera, sin dinero, sin ticket de vuelta.

Me llevaré mi libro favorito y una botella de Whisky.

Me la beberé a tragos cortos y, mientras, observaré el paisaje.

Lo mejor será que no me verás partir porque, cuando creas que ya me estoy yendo, ya me habré ido.

Y eso sí, ni me eches de menos, ni me busques, no me envíes mensajes, mucho menos me llames.

Me cambiaré de casa,

cambiaré mi identidad,

mi número de teléfono

y te bloquearé en cada una de mis redes.

Ya no habrá opción, ni una pizca de esperanza pues ya no estaré nunca más.

Y eso, te deprimirá, te desesperará, te martirizará y te dolerá.

Pero que sepas, que siempre te tendré en el fondo de mi corazón, marchito y desintegrado.

Porque ya no te quiero, y aunque te siga queriendo, te odiaré más aun, por la cicatriz que has dejado en mi alma, ahora, ahuecada.


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