Te necesito en invierno,
te quiero en otoño,
te deseo en primavera
y te amo en verano.
Porque, en invierno,
hojas congeladas y heladas,
como mi alma.
En otoño cruje mi corazón
perdiendo la razón,
creando un caparazón para que…
En primavera te sople un «Era…»,
y ya no ser.
Y aparecer y desaparecer.
Y otra vez, que en verano,
como el pasado,
todo sea en vano y, tú,
no me des la mano.
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