Ensoñación

Estoy con ansias de querer empezar a colgar mi nueva historia, Ensoñación, en Wattpad. Es una mezcla entre amor y dolor, recuerdos del pasado llenos de aflicción. Hablaré sobre distintos trastornes mentales.

Para los que no tengáis o no queráis entrar, os dejo un fragmento aquí. Espero que os guste.

PD: lo siento por colgar tantos posts pero es que me encanta escribir y no puedo parar.

Un abrazo.

 

Subieron las escaleras de espiral, una detrás de otra, hasta llegar al final.

-Tu tejado.

-Es aquí donde cuento las estrellas.

-Sentémonos, te contaré una historia.

Y se sentaron, los dos mirando el cielo. Ella hablando y él escuchándola. Pareja bonita.

-Había una vez una chica de diecisiete años que aspiraba a ser princesa, todo el mundo se lo decía. Estaba predestinado. Pero su burbuja, creada por ella para alejarse de todos, de tener un caparazón que la protegiera, se rompió y su verdad más pura llegó.

«Era un miércoles, ella estaba en clase sonriente, divertida, pasándoselo bien, pues las palabras que leía le decían que debía estar con él, su príncipe. Soñaba tanto con encontrar a su alma gemela… que le resbalaron todas las verdades cayendo por su cuerpo, hasta llegar al suelo.

Llegó a casa, saltando, pues estaba muy feliz. Saludó a su madre y a su hermana y, cuando se puso a comer, observó la televisión. Ésta le estaba contando una historia, la de él. Cómo vivía, con quiénes vivía. Como un rey, era de la nobleza. Con gente de la realeza. Salían imágenes, disparadas, como fotografías, instantáneas. Todas ellas con un mensaje oculto.

Después de comer se fue a su habitación, pues cada vez sabía más de él, que estaba en su consciencia, dentro de su mente, hablándole, dirigiéndole, dándole indicaciones de lo que debía hacer y de lo que no.

Y se puso a escribir en su diario, alegre, relatando su felicidad. Entonces, de repente, sus padres la vinieron a buscar diciéndole que debía ir al hospital. Pero ella se creía que iba a ser princesa y que allí vivían los de la realeza, y su amor platónico siéndolo cada vez menos. Estaba viviendo una ensoñación. Y la llevaron en coche hacia el hospital. Allí ella voló, creyéndose que iba a cambiar el mundo.

Estaba en la sala infantil, esperando, escuchando como su amor le decía todo lo que debía hacer. Su objetivo era superar las pruebas que se le pusieran por delante. Los minutos pasaban y ella sentada estaba, con sus pensamientos a mil por hora. Y, de repente, le hicieron pasar a una sala, pequeña, y allí contó la historia, la suya. Explicó las sensaciones, extrañas, que le produjeron. El proceso de convertirse en princesa. Sentía que todo el mundo la observaba, veía como las personas y la televisión le tiraban indirectas, hasta las palabras de los libros también. Hasta se sentía la chica más inteligente, pues a la hora de hacer deberes el pensamiento le iba muy rápido. Y, sentía, además, que él la ayudaba, hablándole desde la lejanía. Todo era un proceso mágico, lleno de ilusión, tanta que explotó estallando por cada rincón de su vida, haciéndole deshacerle la verdad más bonita.

(…)

La ingresaron a un hospital pero ella no se daba cuenta de su realidad, ella… no era ella, no estaba en su propio ser. Estaba risueña, contenta, demasiado por lo que en verdad le estaba pasando. Pues, no se sentía en su propio cuerpo, no… comprendía nada. No sentía dolor. Después se daría un golpe muy fuerte con la realidad, y se lo dio.

Las estrellas se colapsaron, estrellándose, juntas, dejando salir chispas de amor. Justo en aquel momento le declaró su amor. Sintiéndolo, amándolo. Pensándose que detrás de la puerta, la de su habitación, estaría él. Pero no, no fue así. Todo fue con el sentido inverso. Palabras vacías en medio de la oscuridad, corazón derramándose, su color rojizo cayendo paulatinamente. Gotas. Manchas calcando un trozo del suelo. Sonrisas partidas, lágrimas heladas, ensangrentadas una vez llegaban a su fin.

El paso de los días allá dentro eran lentos. Eran monotonía, redundancia. Como cuando el cielo no brilla, como cuando se oscurece durante un tiempo largo, quedándose gris. Pues ese tiempo, durante ese periodo, es el que estuvo allá encerrada.

Y, cuando, por fin salió la vida le cambió. Sus agujeros se profundizaron, haciéndose más agudos, puntiagudos. Iba con la verdad de cara, y la cruz le retumbaba las orejas fuertemente. Ya jamás podría olvidarlo.


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