Aquí empiezan los textos caóticos de cuando tenía 15 años.
Veo a mi alrededor, los contemplo a ellos. Ellos, que son felices. Tan completos como cada día. Joder, que envidia que les tengo. Ellos, que disfrutan de la vida, de cada momento. Ellos que saben lo que hacen. Ellos que saben hacia donde van. Ellos que saben quiénes son. Yo quiero ser uno de ellos. A veces finjo serlo, y es más difícil de lo que parece. Sonreír cuando lloras por dentro, duele. Saber lo que haces, hacia donde vas y quien eres sin saberlo, sin ir y sin ser, duele. Decir que todo va bien cuando todo está mal, duele. Y fingir que nada de esto duele, duele el doble, y más.
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