Intentando desconectar y reconectando con el pasado, con aquello que fluía en mi vida -mi forma de ser- y yo viva. Fueron instantes bonitos, no tan rotos, no tan cojos. Si lo comparo con el ahora, si comparo mi yo de ayer con el de hoy siento que muero en el intento. Porque sí, porque ya no puedo. Porque me arrastro por el suelo introduciéndome en el caos (el mío). Y quiero volar y fluir y vivir. Ya no hay manera de sonreír, de salir del bucle, del vacío y de lo sucio. Hay infinidad de rutina en mi día a día, un hueco en mi pecho y malas decisiones. Si me tomara tres copas de vino tinto con un poco de felicidad de compañía, quizás, y sólo quizás, sería más vida que muerte.
¿Me viste las ojeras? ¿Sentiste mi caminar? ¿Y mi palpitar? Que las entrañas están marchitadas y que el sol ya no brilla -ya no brilla-.
Desvanecerse
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