Han pasado unos días después de aquella mañana tan emotiva. Estuvimos haciendo manualidades. Entonces, se me acercó uno de los niños preguntándome si podíamos salir fuera de la biblioteca. Quería contarme una cosa. Susurrando, sopló el peso de las palabras. Arrastrándonos hacia una unión entre los dos: él y yo. Se me divide el corazón en dos. Acurruca su cuerpo entre mis brazos. Había otro niño aún más pequeño. Le digo que le abrace. «¿Cómo afrontamos la muerte?», Me cuestiono al segundo siguiente de besarle en la cabeza, como si fuese mi hijo. ¿Cómo le digo a ese niño de ocho años que así de cruel es la vida? Que un día estás, y al siguiente, ya no. Que todo lo imposible se cumple, pero que los seres humanos, no tenemos ese poder de curar o revivir. Así que le dije: recuerda a tu abuelo con alegría, celebra la vida. Porque él quiere que tú seas feliz. Y sí, tendrás momentos alegres y otros más tristes.
¿Cómo tratar la muerte?
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