CÍRCULO PERFECTO

Buscas la felicidad. Siempre la estás buscando. En algún lugar, en algún sitio. Escondida en cualquier rincón. Por allí, por allá. Hacia la derecha, hacia la izquierda. Y no sabes nada. Crees que no la encontrarás porque nunca hay resultado. Pierdes el tiempo. Es absurdo. Y te rindes, ¿por qué? Nunca hay que rendirse ¿no? Pero, ¿y si la felicidad ya la habías encontrado? ¿Y si la estabas buscando sin darte cuenta que estaba en tus manos? Sin darte cuenta de que estaba contigo y no contra ti. Lo veías todo tan oscuro que no eres capaz de ver la luz. No eres capaz de comprender que la felicidad no hay que buscarla y que tampoco se trata de encontrarla, porque la felicidad siempre está contigo. Porque la felicidad es ahora, no después, ni más tarde, ni mañana, y depende de ti. Gírale el sentido, cambia la forma en que ves las cosas y las cosas cambiarán. Si quieres la felicidad caminará contigo, sólo si quieres. Y entiendo y comprendo que sea difícil. Porque hay días ópacos, sin luz alguna. Otros que son translúcidos y con alguna grieta de sol reluciendo por detrás de tu ventana. Ábrela, sube la persiana, arranca la cortina. Saca la cabeza y observa el mundo. Que la luminosidad del astro te alumbre entera haciéndote esclarecer la mente, dejando aclarar las ideas más negras. También hay días brillantes, relucientes, a veces tanto, que te ciegan demasiado. ¿Sabes qué? Déjate llevar por el tiempo, por el viento. ¡Qué más da! Piensas tanto buscando querer ser feliz, que te olvidas de serlo, que descuidas que ya lo estás siendo. Y no me seas una persona negada justo ahora, porque éste es el peor momento para serlo. No me gusta nombrar con «peor» o «mejor», pero aún así lo hago para entenderme mejor, para comprender el estúpido lenguaje normal y sencillo de los seres humanos. Porque somos raros y complicados, justo los adjetivos contrarios antes nombrados. Sabemos que son significados opuestos, pero en la sociedad actual, no están bien definidos. «Bien» otro concepto mal entendido.

Porque la vida no se basa en lo bueno o en lo malo, en lo raro o en lo normal, en lo peor o en lo mejor, en lo positivo o en lo negativo, en el olvido o en el recuerdo. La vida no son aciertos o errores, no existen. No puedes vivir con estos conceptos. Bórralos de tu memoria, elimínalos. ¿Por qué no? Empieza ya. Y cuando estés entre el «Sí» y el «No», decántate por el «Sí». No hacerlo es arrepentirse justo al segundo posterior, para después sentir el amargo sabor del «¿Qué hubiera pasado si lo hubiera hecho?», si me hubiera lanzado al vacío. No pasa nada si por tirarte al hueco acabas cayendo de cabeza, de ésta manera no te quedas con la duda, y lo peor, con las ganas. Esas que te carcomen por dentro, como los gusanos que viven en cualquier manzana, haciendo que se pudra al cabo de un tiempo. Pues como tu cuerpo, que se pudrirá por todo aquello que quisiste hacer y no hiciste. ¿Qué te estoy diciendo? Que el caer no es dañino sino beneficioso, ya que te ayuda a encontrar tu nuevo ser.

¿Sabes que renaces en cada amanecer y mueres en cada atardecer? Y es que todo fin tiene un comienzo, porque es el vicio de un círculo perfecto que tal vez mañana se quiebre. Y como el mañana nunca viene, nunca sucede.


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