Y ella, con cautela, se sentó al borde de la cama. Y allí se quedaron, él recostado, ella sentada, mirándose a los ojos sin poder desprenderse de aquel sentimiento lleno de ilusión y esperanza, sin poder ya cambiar lo que estaba por venir.
Entonces, en un acto irreflexivo, Aurora se acercó a su boca, para besarle en los labios, y como si éste fuera un imán, le dio un casto beso. Y, pensándolo bien, después de haber hecho tal cosa, se separó rápidamente, arrepintiéndose, y justo antes de partir hacia la nada, Aarón le cogió la muñeca, insinuándole que todo estaba bien. Cedió, y se estiró a su lado, incorporándose los dos, mirándose a los ojos intensamente.
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