Que sois mi motor, los que me sentís a quilómetros de distancia. Los que me leéis, así, porque percibís las palabras. Que captáis mis mensajes, todos con distintas perspectivas y eso es lo más hermoso del mundo. Los que gastáis vuestro tiempo en escribirme y sacarme un sonrisa, así, porque sí.
Y es que sois alma enternecida, sois corazón lleno de amor. Vosotros, a quienes quiero, y no por ser más y mejor, sino que os quiero para pasearnos cualquier día por las calles en alguna ciudad y ponernos a charlar, de poesía, de letras. Tomar unas cuantas cervezas. Conocernos. Conquistarnos con las frases y llegarnos al alma y decirnos: «Joder, nos sentimos». En el acto de leernos mutuamemte, claro. Y comprendernos y entender que somos de semejante familia, con distinta sangre, pero con la misma sangre. Aquella que recorre por nuestras venas cuando escribimos.
Agria,
eterna,
distraída,
feliz
o depresiva.
Y más.
A vosotros, que estáis.
A vosotros, mis lectores.
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