Aquel día, como muchos otros, no me duché. Sentía tristeza en mi alma. Decidí salir de casa, no era una mañana cualquiera sino que eran vacaciones de Navidad; caótica y desolada, yo. Y quería escribir, me apetecía. No encontraba la inspiración y salí a buscarla, pero se esfumó. Se esfumó de mis manos, de mis dedos y de mi corazón, llevándose la razón y la canción que, congelada, ya no sonaba. ¿Qué podía hacer yo? Necesitaba de las palabras para poder escribir. No pudo ser.
Ya no.
Aquellos días
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Una respuesta a «Aquellos días»
Se pierden las palabras, se difuminan, se tornan melancolía… besos al vacío
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