La brisa del mar, ya no está calmada. Encolerizada, como mi alma.
Quiero gritar y saltar.
Y no quiero un corazón ennegrecido, aburrido y derretido.
¿Alguien me ayudará?
Yo, soy yo.
Lo estoy haciendo, logrando.
Con un simple soplo, la dulzura de mis ojos explota en tu mente, demente.
Y se cae a pedazos, con una bofetada, en la cara.
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