Siempre salgo de casa con los auriculares puestos, y un poco de prisa.
Y no tengo tiempo a pensar, sólo a caminar rápidamente. Porque me pienso que no llego y, cuando entro a la estación y miro el panel, aun quedan dos minutos por delante. No me da tiempo a sentarme, me quedo de pie.
Y espero, y llega, y pico, y se abren las puertas y entro.
Entonces observo a la gente, pero nunca escribo de ella cuando la tengo en frente. Me da vergüenza que me lean mientras estoy en mi fase de inspiración.
Mis días, estos, son en los que estoy más cuerda. Y no me gusta, quiero locura y caos. Estallar en una risa, luego llorar por un amor no correspondido y correrme en una ilusión.
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