Empecé limpiando el suelo de mi habitación para luego ordenarla. Porque para sanar el corazón se necesita ir del exterior hacia el interior. De fuera hacia dentro. Saqué ropa, la di; a mi madre, a mi hermana o a la ropa humana. Me desprendí de ella para siempre. Para no volver a verla ni a ponermela. Fue un acto de valentía, de querer reconstruirme. Un proceso hermoso.
Es como las personas, las que ya no te aportan, las quitas de tu vida. Y así funciona, así gira el mundo.
Hacia el interior
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