Autor: perezitablog

  • Vaya cuadro

    Vaya cuadro

    Las coletillas de los árboles se mueven al compás de las copas, cuyas chocan firmando la paz entre ambos, pero esta vez (dejé de calcular las casualidades) hemos sellado un «tú» y un «yo» separado, muy distanciado, zanjando, al fin, el comienzo; colocando, por fin, el punto final. ¿Qué estábamos tratando? ¿Cómo? Espejismo, espejismo rojísimo (y roto)…, ¿Quién es la más arpía de este cuento narrado del revés? Caí, conté…, un, dos, tres, y me pausé. Lloré varias veces. ¿Tanto me cristalicé? Me postergué materializando lo subjetivo. «De lo inédito ni me hables», le confesé al reflejo que tan muerto se quedó. Vaya por Dios, voy saltando párrafos de dos en dos y, de mientras, las raíces que están a rebosar de colillas ennegrecidas, deciden por ellas mismas, retirarse de la meta, porque está tan cerca, que les da pereza. La astucia, ¿Para qué? Si culmino rozando el larguero, y el arquero y el arco y el marco… me fusiono en otro charco. Quédate, pues si lo vas alcanzando. Yo jamás pude ni tampoco supe, pues se cayeron en pedazos las escaleras, todas y cada una de ellsa, las que supuestamente me hubiesen llevado a tu letargo ya asesinado.

  • Las costillas ya florecen

    Las costillas ya florecen

    Las canciones repiquetean en mi interior y se van solapando las agrias, y amargas sensaciones. Un suspiro, una verdad que aún queda plasmarla, el punto final casi colocado y la semilla ya floreciendo. «Los comienzos son complicados», dirá mi penúltimo instinto. Ese impulso raro, ese querer quererme, preferirme, elegirme, para después concluir ese cuento chino absurdo. Iba perdida, agotadísima. La gota gorda caía, resbalaba por mi mejilla izquierda. Vaya cuadro tan extraño, inédito. Vaya perspectiva, tan rota, loca. La mariposa se va y vuela, pero aterriza muerta en la otra meta, pues hizo la voltereta, se precipitó, se suicidió. A posteriori de la pausa, del paréntesis, arrasó la herida. Luego estoy yo, mi oculto reflejo detrás (o delante) del espejismo quebradísimo. El borde de la costura se ha deshilachado, se ha despedazado tantísimo que me paralizo ubicándome aquí sentada, en la cafetería de la esquina, entre mis rizos deshechos y varios corazones ya poco derechos, pues se ven tan inertes. Sin creérmelo, y sin saber, con mucha intuición, que la arranqué, saqué de mis costillas la cicatriz abierta que sangraba herida, perdida, hasta que se iluminó mi palidez como si todavía se pudiese. Me quise quedar, de verdad que me apetecía, pero, a día de hoy, me voy sempiternamente conmigo.

  • En ese bonito latir

    En ese bonito latir

    Oscureciéndome voy, después de que nazca otro anochecer, que seguirá siendo el mismo atardecer. Un cuadro grisáceo, con algunas manchas ennegrecidas, podría haberlo coloreado. Preferí que se quedara en un estancamiento mental y, que, en vez de volar al espacio estelar común, se quedara enganchado con mi agonía. La ironía arrasa, ¿Será que voy perdida o dolida? Mi risa estalla de tanta semilla que aún le falta nacer, crecer y florecer. Me apetecía arder, y vaya si ardí, tanto que, bueno, he vuelto a sonreír en ese bonito latir. El «pero» es que en ese viaje voy a sufrir, no porque sí, sino por ser así.

  • El arte de contar: orden, duración y frecuencia del relato

    El arte de contar: orden, duración y frecuencia del relato

    Introducción

    En la siguiente entrada nos centraremos en el ensayo «El discurso del relato» de Gérard Genette, teórico literario francés del siglo XX, quien se enfocó en explicar la narratología desde un punto de vista formal, porque se centra en el formalismo ruso y el estructuralismo francés.

    El formalismo ruso fue el movimiento que inauguró la teoría literaria del siglo XX, aunque fue breve, a causa de motivos políticos.

    El estructuralismo francés fue la escuela dirigida por Ferdinand de Saussure, posteriormente desarrollada por Lévi Strauss. Básicamente estudia varios sistemas divididos en elementos que están relacionados entre ellos.

    Así pues, aquí no explicaremos de dónde proviene la literatura si no que ofreceremos varias herramientas para poder comprender, analizar y aplicar en nuestro discurso narrativo, desde una perspectiva objetiva.

    1. Concepto del relato (3 sentidos principales)

    El relato se puede utilizar en tres sentidos principales: desde un uso común, desde un uso corriente y desde el uso más antiguo.

    En el uso común relatar consiste en enunciar narrativamente donde el relato se va construyendo por un suceso o diferentes sucesos. Un ejemplo es «El relato de Ulises» en la «Odisea».

    En el uso corriente el relato está formado por una sucesión de acontecimientos ya sean reales o ficticios. Un ejemplo son las aventuras de Ulises tras la caída de Troya.

    Y, en el uso más antiguo, relatar significa narrar, donde alguien cuenta algo. Ese acto es una enunciación narrativa. Como ejemplo tenemos a Ulises relatando sus aventuras ante los feacios, que eran aquellos pueblos con ciudades amuralladas y campos cultivados.

    2. Objeto de estudio: discurso narrativo

    El escritor y crítico francés del siglo XX, Marcel Proust, importante revolucionario de su época en la literatura, la filosofía y la teoría del arte, analiza el discurso narrativo clásico y su funcionamiento. Para ello estudia el discurso en sí, es decir,  el texto narrativo: los acontecimientos que se relatan, relaciona el discurso con su producción y desarrolla tres conceptos clave (historia, relato y narración).

    En primer lugar, el discurso narrativo está enlazado en cómo se produce tal texto. Entonces, esta producción se presenta o de forma real o de forma ficticia.

    • Producción de forma real: cuando alguien cuenta como, por ejemplo, Homero recitando en la «Ilíada».
    • Producción de forma ficticia: cuando dentro del propio texto el personaje es quien narra. Por ejemplo, cuando Ulises cuenta sus aventuras en la «Odisea».

    Cabe destacar que en ambos casos lo importante es el acto de narrar.

    En segundo lugar, los conceptos clave de la realidad narrativa son la historia, el relato y la narración.

    • La historia es el contenido narrativo, es decir, lo que sucede dentro de la narración. Corresponde a la diégesis, que son los acontecimientos, los personajes, los lugares y las acciones. Por ejemplo, cuando Ulises hace el viaje desde Troya hasta Ítaca, superando varias pruebas y aventuras.
    • El relato es el discurso, el significante de la historia, es decir, lo que la caracteriza. Por eso mismo, incluye la organización de los hechos, su orden, sus pausas… Por ejemplo, cuando Homero narra los sucesos de forma anacrónica y, para ello, va introduciendo analepsis y prolepsis.
      • Analepsis: retrospecciones. Es un recurso narrativo que interrumpe la historia para regresar al pasado y contar hechos anteriores al momento principal del relato. Por ejemplo, contar un recuerdo de la infancia del protagonista. (Salto al pasado).
      • Prolepsis: anticipaciones. Es un recurso narrativo que adelanta los hechos futuros respecto al momento de la narración. Por tanto, anticipa lo que va a ocurrir después. Por ejemplo, un narrador que anuncia el destino final de un personaje. (Salto al futuro).
    • Y la narración es el proceso en sí de contar, es decir, de narrar. Puede ser real o ficticio y, por tanto, se produce el discurso.

    En resumen, la historia es lo que sucede, el relato cómo se cuenta la historia y, la narración, es el acto de contar. Estas tres formas unificadas son el núcleo del análisis narrativo.

    3. Categorías narrativas, según Tzvetan Todorov (1966)

    Según Tzvetan Todorov, teórico literario búlgaro de los años setenta, quien se nacionalizó en Francia, define las categorías narrativas, clasificándolas en el tiempo, el aspecto y el modo.

    • El tiempo son las relaciones que hay entre el tiempo de la historia y la del discurso. Por tanto, son cómo se ordenan, alargan, acortan o repiten los acontecimientos en el relato. Un ejemplo es cuando Ulises cuenta retrospectivamente (analepsis) sus aventuras después de la caída de Troya. En este caso, el orden es anacrónico: la cronología de los hechos es irreal.
    • El aspecto es la forma en la que se percibe la historia por el narrador. Tiene relación con el punto de vista, es decir, lo que se narra y lo que no y desde qué perspectiva. Por ejemplo, en «Madame Bovary» de Gustave Flaubert, los sucesos son vistos desde la protagonista Emma, por tanto, son hechos subjetivos, vistos desde una mirada romántica y frustrada.
    • Y el modo es el tipo de discurso del narrador que abarca los distintos grados entre el narrador y lo narrado. Por ejemplo, en «Crimen y castigo» de Dostoievski, el narrador va alternando entre el estilo omnisciente (modo directo) y la introspección psicológica de Raskólnikov (modo cercano al personaje).

    Así pues, el orden, la duración y la frecuencia equivalen al tiempo. El tiempo y el modo equivalen a la relación entre la historia y el relato. Y la voz es la relación entre la narración, el relato y la historia. Resumiendo, el tiempo es cómo se organizan los hechos narrados, el aspecto cómo son presentados y, el modo, cómo se expresan.

    4. Orden narrativo

    La relación que hay entre el tiempo de la historia y el tiempo del relato incluye el orden, la duración y la frecuencia. Para ello se utiliza el recurso narrativo denominado como anacronía, un recurso literario tradicional. La anacronía es la alteración entre el orden de la historia y el relato. Hay dos tipos: la analepsis y la prolepsis.

    • Analepsis (retrospección), que consiste en mirar al pasado, que se subdividen en grupos: la interna, la externa y la mixta y en si son completas o parciales.
      • Analepsis externas: sin interferir a la acción principal.
      • Analepsis internas: interfieren. 
        • Analepsis internas completivas: rellenan espacios en blanco.
        • Analepsis internas repetitivas: reiteran lo ya narrado.
    • Prolepsis (anticipación), que consiste en mirar al futuro.
      • Prolepsis externas: anticipan hechos después del final.
      • Prolepsis internas: cruzadas con la acción principal.
        • Prolepsis internas completivas: llenan espacios en blanco del futuro.
        • Prolepsis internas repetitivas: anuncian qué va a pasar.

    5. Competencia del lector y del autor

    En definitiva, el lector debe ser capaz de identificar anacronías, reconocer anticipaciones y retrospecciones y, por tanto, saber descifrar el código narrativo que organiza la historia. El autor, por su parte, tiene la libertad de jugar con esas expectativas, porque puede manipular la narración, crear falsas pistas o incluso engañar deliberadamente al lector mediante recursos narrativos. Concluyendo, el lector es quien interpreta y reconstruye, y el autor, en cambio, quien manipula y conduce.

  • ¿Será real?

    ¿Será real?

    Resulta que no sé escribir ni definir ni tampoco vivir. Lo único que hago es huir de ti, de mi faceta que parece atreverse cada vez más a moverse, a surfear por otros, y nuevos y fugaces lugares. Desabróchame la cobardía, llévame a saltar, a volar, que me gusta esa sonrisita inesperada que se asoma de golpe en mi carita de niña tonta, y muy ilusionada estoy volviendo a sentir. ¿El qué? Ni yo lo sé, porque te soplaré un «Yo no sé qué es el amor, y por tanto, no me enamoro». A lo que tú me mirarás con tu atrevimiento que te caracteriza, alargarás tu mano y me sacarás a bailar. Y, con la oscuridad que le pertoca a la vida, y los dos seres humanos a los cuales se les ha detenido el tiempo en el mismo momento que chocaron sus miradas, por estar danzando su tempo y empezando su nuevo y único vals, por fin se besarán. Se acaban de enamorar. ¿Será verdad?

  • Comiéndome las estrellas

    Comiéndome las estrellas

    Has dejado de estar, de ser conmigo, y tanto, que tu presencia es ausencia. Me quise quedar, y estuve bastante tiempo atrapada en aquel pasado. Aferrándome a un tú que nunca fue y que tampoco será. Pensé, creí. ¿Para qué? Caí, caí, me rendí abajo, en el pedestal que creé por y para mí. Me cobijé en el lugar, en el primer escalón. Tú estabas allí, bien bonito, idealizado. Yo, ilusa de mí, esperaba a que todo cambiase, a que te convirtieras en otro. En un buen hombre, leal y fiel, y lo fuiste allá, en mi ideal. «Yo te quiero mucho, amor» me vas lanzando de vez en cuando, justo a posteriori de mis «¿Me quieres?» Y probablemente sí lo sientas, pero no lo demuestras. Tantos puntos suspensivos, tantas pausas… ¿Para qué? Tengo migraña y las pestañas disecadas (de tantos suspiros y llantos internos). Me quisiera quedar. Ya no es que pueda, es que no quiero. No me apetece. Fui sola, avancé solitaria y lo sigo haciendo con y sin ti, porque, repito, no estás. Ni me arropas ni tampoco me mimas. ¿Qué significa que me beses? No me apeteces, porque vienes y vas y me desvaneces. Quise, quise tantas veces…, aunque culminé embriagándome de una sed ya seca y muy vacía. Y, al final, arrasé del revés, cierto. Decirte que soy, pero que no estoy. Me disgusta el pecado que cometí: me como las estrellas, ahora soy todas ellas, brillo convirtiéndome en eterna.

  • Un poco de mí

    Un poco de mí

    A veces no se llega a todo, así que me paseo por aquí para agradecer que me leas. Es un placer leerte en comentarios o desde mensajes que me van llegando de vez en cuando.

    En esta entrada me describiré, aunque no tan exhaustivamente como lo hice en Burlando el tiempo, publicada el 2024. Justamente anoche me escribió una lectora, quien se había perdido con una de mis breves historias HORAS (publicada en Wattapad hace ya daños) que escribí a mis quince. Aquel mensaje provocó que volviera a releerme aquellos textos tan intensos, agudos y oscuros. Y, entre otras sensaciones, me dio un subidón: nunca me he considerado escritora aunque lleve escribiendo desde los nueve años.

    El hecho es que me hizo ilusión, porque aquí donde me lees, detrás de la pantalla, hay una mujer hecha y derecha, con varias emociones entre sus manos, y con una evolución y trayectoria interesantes. Una mujer que antes fue niña, una chiquilla a quien se le quedaron varias ilusiones colgando, porque el milagro no aparecía hasta que estalló ella y acabó derrumbándose para luego lograr salir a flote, para culminar en un quererse sempiterno, en un gerundio eterno. Así que, bueno, a pesar de toda la miseria, aquí sigo, como la protagonista de Burlando el tiempo: autobiográficamente casi rota, o algo así. Ahí lo dejo, a tu libre interpretación.

    Soy consciente de que esta vez no he ofrecido gran cosa, solo una de mis obras.

    Pd. Únete al caos,
    Y gracias por estar.

  • Las flores

    Las flores

    Acaba de salir escopeteada la frase, la palabra, que se sale de la línea de la hoja del papel. Que se marcha, se desvanece, se enternece (la fe). Me ocultaré, pero antes barreré y escupiré. Probablemente fui cultivando ese papel quebradizo, enfermizo. La calidez y la rigidez y esa pequñísima sensación de intentar caer bien y, al final, sacar de mi océano teatral mi faceta más mágica. Culminar en otro umbral, incluso cruzarlo. Zanjarlo ya ni sé. Tampoco pude porque, bueno, de metáfora en metáfora ando. Dejaron de ubicarse, sí, las cursivas se pusieron de pie, aunque fue muy insuficiente. Así que decidí, ya por enésima vez, entrar, y quedarme sempiternamente en mí, en mi queridísimo corazón. Acogerme, acurrucarme sin fin, ya que nadie me quiso querer ni tampoco corroborar el bucle de aquel cien-pies. Traspasaré la fugacidad del siglo anterior. Me quise, me quise quedar contigo. Estuve mal, luego fatal. A posteriori, por allá en un marzo casi primaveral, me dividí, seguí sin ti. A pesar de quedarme sin piezas, me nacieron margaritas. ¿Alguien se enamorará de mí?

  • ¿Cómo caracterizar a un personaje?

    ¿Cómo caracterizar a un personaje?

    1. Introducción: la importancia de la caracterización

    Para empezar, caracterizar significa construir la identidad de un personaje, que va más allá de la descripción física, porque incluye su personalidad, sus motivaciones, sus relaciones y su evolución. Así pues, gracias a la caracterización se pueden crear personajes verosímiles.

    2. Tipos de caracterización

    Hay dos tipos de caracterización, la directa y la indirecta. La caracterización directa, es aquella donde el narrador, incluso el propio personaje, ofrece información explícita sobre el personaje. Por ejemplo, «Era una mujer introvertida, creativa y con tendencia a que su mente se fuese por las nubes constantemente». Las ventajas de la caracterización directa son la claridad y la rapidez, porque se expresa sin tapujos y sin irse por las ramas. Aunque los riesgos que tiene son el poco dinamismo y exponer demasiado al personaje que se está describiendo.

    En segundo lugar, la caracterización indirecta, es aquella donde el lector tiene la capacidad por deducir los rasgos del personaje descrito a través de acciones, diálogos, pensamientos o reacciones. Un ejemplo es aquel personaje que mira detenidamente y anota en su libreta informaciones que para este son relevantes. Eso significa que es un personaje observador e introvertido. Las ventajas de la caracterización indirecta son la naturalidad, porque así el lector está implicado dentro de la narración, aunque podría llegar a ser demasiado sutil si no se equilibra bien y, entonces, el lector podría llegar a perderse.

    3. Técnicas según tres enfoques teóricos

    Según el primer filósofo, Aristóteles, representado por la teoría clásica, expresa en su obra la Poética, que en el drama los personajes son definidos por sus acciones, es decir, por lo que hacen y, consecuentemente, así son.

    Se basa en cuatro cualidades que son la bondad, la adecuación, la verosimilitud y la uniformidad, que sirven en la trama para manifestar la decisión que escoge el personaje ante varias situaciones y complicaciones.

    Según el escritor inglés Edward Morgan Forster, su teoría narrativa se fundamenta en dividir los personajes en planos y redondos. Los personajes planos son los sencillos porque carecen de contradicciones y solo tienen una única idea central. Así pues, no cambian, no evolucionan en la trayectoria de la narración.

    En cambio, los personajes redondos son los complejos porque poseen distintas características y matices en su personalidad, provocando verosimilitud. Así pues, cambian, evolucionan en el transcurso de la narración.

    Por tanto, los personajes planos se equiparan a los «personajes secundarios» y, los personajes redondos, a los «personajes principales».

    Y, por último, según la psicología narrativa actual, varios teóricos contemporáneos argumentan que, cuando un personaje tenga más conflictos internos, contradicciones y evoluciones, significa que más creíble es. Uno de los ejemplos sobre un personaje verosímil es la protagonista de «Ha anat així» de Natàlia Ginzburg, una obra ejemplar, quizás poco conocida, que recomiendo encarecidamente leerla.

    4. Recursos para caracterizar a un personaje

    Para caracterizar a un personaje es imprescindible la descripción física y la psicológica, el entorno y su contexto, el lenguaje y su comportamiento y varias técnicas narrativas específicas, tal como explica Gérard Genette, que profundizaremos en su teoría en otra entrada.

    5. Metodología para construir un personaje

    Para construir un personaje se pueden usar varios trayectos como una ficha base con datos físicos, biográficos y psicológicos; la historia personal como su pasado, sus heridas emocionales y sus motivaciones; relacionar el personaje con la trama, es decir, cuestionarse qué papel juega en la historia; crear contradicciones entre lo que quiere y lo que teme y, finalmente, crearle una voz propia (cómo piensa, habla y actúa).

    6. Conclusión

    Desde mi punto de vista es interesante aplicar la teoría, aunque en la práctica, es decir, a la hora de escribir y de describir, no se usa, sino que la teoría se aplica a posteriori, una vez analizas lo que has narrado. Y, aquí, es justo el momento de editar, de reescribir, basándose en algunas de las teorías literarias y escogiendo varios recursos morfosintácticos y léxico-semánticos, además de figuras retóricas. Es divertido observar cómo una escribe y buscar similitudes o diferencias mientras te vas leyendo y te comparas entre otros escritores.

    En resumen, escribir significa soltar sentimientos y sensaciones a bocajarro, así que déjate llevar por tus emociones, luego ya borrarás y volverás a escribir y a eliminar y, probablemente, a empezar y nunca terminar. Saca lo que tengas dentro de ti, que luego ya tendrás tiempo de aplicar un poco de raciocinio.

  • Cada dos por tres

    Cada dos por tres

    Se me enfría el café, y el corazón a propósito, de mí. ¿Y me quiero caer o me dejo desvanecer? ¿Estoy apostando por mí para el después? El día, el atardecer, el de más allá, el que se planta en aquel punto y seguido. Pareció, sí, pareció escabullirse, pero resulta que se fue duplicando. Quise, quise, quise arrasar, y de tantos intentos culminé arrastrándome: llevé a mi sombra encima de mis hombros, a cuestas, subiendo la hechicera cuesta. Me hipnotizó tanto que acabé. ¿Dónde? Pues colocando mi reflejo, el del espejo, debajo del pedestal, sacándolo a la fuerza. Dicen que la «maña» gana, pero yo de inteligencia poca. Luego, después de tantas pausas, de los paréntesis, decidí, cómo no, sacarme las astillas y, todas las pestañas y los colores y los descosidos de mi corazón torcido sencillamente iba cojo y loco y poco roto, ya decidió volver a matarse y, pues, ya va acostumbrado.

  • Entre lo que piensan y lo que dicen: personajes con vida propia

    Entre lo que piensan y lo que dicen: personajes con vida propia

    1. Introducción: la profundidad del personaje

    En primer lugar, todo personaje realista va más allá de la descripción física. Para que sea rico son muy necesarios tanto los pensamientos como las contradicciones y las emociones con el objetivo de que el lector sienta que está frente a una persona viva. Así que cuanto un personaje és más incoherente, es más real, más humano, porque así somos, ¿No?

    2. El monólogo interior

    El monólogo interior son una serie de pensamientos y emociones internas. Tiene varias funciones: mostrar dudas, miedos y deseos ocultos; contrastar lo que el personaje piensa con lo que dice y hace (si es coherente o no), y crear intimidad entre el lector y el personaje.

    Básicamente, si se quiere usar esa técnica narrativa es esencial utilizar preguntas retóricas («Por qué sigo aquí?»), imágenes sensoriales (memoria, recuerdos) y, por último, la fragmentación, las repeticiones (de palabras, frases, ideas…), y los silencios (las eclipsis) que sirven para crear suspense o que el lector interprete a su libre albedrío.

    • Fragmentación: hacer saltos en la historia, explicar los sucesos de forma no cronológica, sin un orden líneal.
    • Repeticiones: volver a escribir palabras, frases o ideas.
    • Silencios: ecliplsis, saltos en el tiempo de la historia, para agilizar la narración y centrarse en lo esencial.

    3. Los diálogos externos

    Los diálogos externos son las interacciones con otros personajes. Tienen también varias funciones: mostrar cómo se construye la identidad frente a los demás, revelar sensaciones entre lo que se piensa y lo que se dice y dar dinamismo narrativo.

    Para ello se usan varias técnicas como el subtexto, el choque entre expectativas y respuestas y, también, el lenguaje corporal y los gestos que acompañan. Por ello es importante definir la caracterización de un personaje: características físicas, rasgos psicológicos y emocionales, comportamiento, habla y discurso, contexto social y cultural.

    4. La consciencia de sí misma (autoconciencia)

    Cabe destacar que el personaje siempre reflexiona sobre su propio ser porque reconoce sus contradicciones, se juzga, se cuestiona, se justifica y, además, busca un sentido, para él único, a lo que va viviendo. Así pues, la consciencia del personaje crea efecto en el lector porque humaniza al personaje, genera empatía y conecta emocionalmente con este y lo vuelve tridimensional (que tiene varias dimensiones), alejándose de todo arquetipo, aunque los cánones se repitan continumente siglo tras siglo.

    5. Integración de las tres dimensiones

    Las tres dimensiones necesarias para que un personaje sea completo son el monólogo interior, los diálogos externos y la autoconciencia. Sin ellos, el personaje se queda cojo. Por ejemplo, si el personaje piensa una cosa, dice otra y luego se reprocha a sí mismo… ¿Dónde está el conflicto interno? Pues el conflicto interno se refleja en la forma de hablar, de actuar y sentir.

    6. Consejos prácticos

    Así pues, es importante no revelar todo de golpe sino dejar espacio a la ambigüedad, usar contrastes entre pensamiento y acción, mostrar evolución (cómo se va transformando la voz interior con la historia) e ir revisando si el personaje se siente real, contradictorio. Aunque si escribes desde tu interior y con emoción, ya sabes lo que saldrá, ¿No?

    7. Conclusión

    En resumen, un personaje profundo es imperfecto, es decir, que es contradictorio, siente y se equivoca como todo ser humano. Así que el lector siempre conectará más con la vulnerabilidad que no con la perfección. Por tanto, la clave es darle voz interna, voz externa y voz consciente de sí mismo.

  • Escribir y sentir

    Escribir y sentir

    Escribir, escribir, escribir. Luego, morir. Quiero partir, me apetece ir. ¿A dónde? Ni lo sé, ni jamás, quizás, lo sabré. Ay amor, amor, dolor. ¿De qué sabor te has pintado? ¿Alcanzará el color? Me marchitaré, probablemente vuelva a caer y, a posteriori, a renacer, pero me marcharé, sí, a otro tipo de sobrevivir. Ese, ¿Será más ameno? O ajeno…, a ti. Porque, nena, de mí para ti, déjate fluir, aplícate un poco de raciocinio y vuela sola como una paloma, como una blanca paloma. Y sentir, y sentir, y sentir y creer vivir, y alcanzar el duelo, para llegar al precipicio, el inicio, y precipitarse. Culminar en el «summum», en el colmo. ¿Cuál era la locura? ¿Y la cordura? Sencillamente…, quiero sonreír, endulzarme a unas cuantas, muchísimas palpitaciones; emociones bonitas. Aunque hay veces que me pica la melancolía.

  • ¿Cómo uso Pinterest para inspirarme como escritora?

    ¿Cómo uso Pinterest para inspirarme como escritora?

    1. Introducción: Pinterest como fuente de inspiración creativa

    Para mí Pinterest es una red visual, un catálogo inmenso de ideas. Se distingue de otras redes sociales porque se enfoca en la inspiración visual y organización. Una de sus ventajas es que permit recopilar imágenes, frases i recursos en un solo lugar.

    2. Crear un perfil enfocado en la escritura

    Para tener éxito en tu vida como escritora es esencial que configures una biografía con interés en la literatura y la creatividad. Para ello es importante que sigas tableros de escritura, de poesía, de libros y de inspiración visual. Así que el primer paso que te recomiendo es que crees un feed personalizado que alimente tu proceso creativo.

    3. Tableros para organizar ideas

    Para organizar las ideas deberías crear tableros temáticos según tus intereses como, por ejemplo, sobre personajes (su vestimenta, gestos, arquetipos), escenarios (ciudades, naturaleza, interiores), paleta de emociones (imágenes que transmitan tristeza, alegría, misterio…) y recursos de escritura (técnicas narrativas, prompts, consejos). Y, con ello, hay que cuidarlos, así como colocando títulos claros y mantenerlos ordenados.

    4. Búsquedas útiles para escritoras

    Las palabras clave son importantes. A continuación te doy unas cuantas: writing prompts, aesthetic inspiration, fantasy world, character desing, dark academia, etc. Es muy importante usarlas tanto en inglés como en español para ampliar resultados. Y, además, combinar conceptos como «romantic rainy night», «misterioso bosque medieval».

    5. Inspiración visual

    De la inspiración visual a veces nace la escritura creativa. Usar imágenes como disparadores creativos sirve para formar una historia, así como conectar una emoción con una escena visual o explorar estéticas narrativas como, por ejemplo, dark academia, cottagecore, cyberpunk, etc. Recomiendo crear moodboards para proyectos específicos (novela, cuento, poemario).

    6. Usar Pinterest sin perderse en el scroll

    Hay que ser consciente del tiempo de uso de las redes sociales, por eso mismo, es recomendable definir un tiempo concreto para explorar (entre 15 o 20 minutos). Y guardar solo lo que realmente conecte con tu proyecto, incluso revisar periódicamente los tableros para depurar y reorganizar.

    7. Conclusión: Pinterest como aliado creativo

    En resumen, es cierto que Pinterest no reemplaza la esritura, pero sí ayuda a encender la chispa inicial, incluso a organizar ideas dispersas. Permite visualizar mundos, personajes y emociones y, en definitiva, es un recurso práctico para superar bloqueos y expandir la imaginación.

  • Borrón, sin cuenta nueva

    Borrón, sin cuenta nueva

    Me siento triste, poco esperanzada, deshinchada, pero con muchas ganas de que me encuentre el amor. Vaya por Dios, siempre me topo con el dolor. Ya encajonada en el mal sabor, me lo trago con un poco de licor. Entra amargo, un toque agridulzón, así, un toque tontorrón. Al menos estoy. ¿O ya no? A veces me vuelvo cuerda, otras la misma cuerda me ahorca. Otras simplemente se afloja hasta que se tensa y culmina en el «summum». ¿Quiero aún? ¿Me apetece seguir? Quizás acabe en este sufrir, en ese latir. Aunque mi vaivén se fue, regresó, se ahogó y se plantó. Quiso, quiso, quiso. No pudo, se marchó. Ahora late del revés si es aquello que crees. Todos aparentan llevar vidas milagrosas. Algunos pocos lo van gestionando de realidad, de algo de verdad. Yo, yo, yo te veo allí volando como un colibrí. Fin, porque otro principio amanece. Parece que me observo desde dentro. Eh, que continúo siendo experta en retratarme, en ir tarde a absolutamente todo. De mis raíces. ¿Qué nacen? Ni me quedan perdices ni tampoco narices para perderte de vista, para querer zanjar la brujería. Aunque la relojería haya estallado, de donde salió escopeteada creando una magia rara, los tempos se han cancelado solos, congelándose. Al final se agrietaron, pues se saltaron o se soltaron. Y yo quiero que me quieran completa, también eterna, pero cada vez que abro los ojos acabo cerrando mi corazón oscuro. Y vaya pequeña coincidencia: somos dos perros hambrientos. Tú, por querer comerme entera, yo porque me saboreen con dulzura, pasión y un temblor, el del amor. Qué pena que esté muerta, enferma y harapienta. Me duelen los codos de tanto describir quien soy o de qué me gustaría no carecer. Los locos, ¿Existen o se extinguieron? Bueno, ¿Me quieres? Es que me ubico lejos de ti, en otra estación primaveral del año del tuntún, del dos mil veint-«tú», instante preciso y perfecto en que hubiese cortado los hilos que nos unían. Resulta que se han despedazado, sí, van desangrados mientras se desgarran. Luego, un poco de indecisión, de revolcarme en mi propia perdición. Salvar la primera canción que nos ligó, que nos metió en un buen marrón. Borrón, y a seguir con la antigua cuenta, porque eso de colocar el punto… «¿Cuál?» Y saltar al nuevo escalón, al otro escuadrón es un cuento (tontorrón).

  • ¿Cómo escribo mis textos?

    ¿Cómo escribo mis textos?

    Pues, básicamente, dejando que el corazón vaya sangrando, brotando, latiendo al son de mis sentimientos.

    1. Punto de partida: la experiencia personal

    Para empezar, lo primordial es ir observando ya sea el entorno, a las personas, incluso a mí misma (parte bastante complicada) y a tus propios pensamientos… Para ello es necesario recordar sensaciones, imágenes, sonidos, olores y gestos.

    En segundo lugar, es esencial escoger una vivencia con carga emocional ya sea intensa, sutil o ambigua. Por ejemplo, un momento especial, un instante vivido con esa persona a la que quieres.

    Y, en tercer lugar, decidir cómo vas a narrar el texto si en primera o tercera persona, si desde un narrador omnisicente o desde tu yo-poético.

    2. Conexión emocional

    La conexión emocional es también importante: identificar qué emoción es la central (amor, dolor, tristeza, felicidad…). En mi caso, la identifico después de escribir el texto, justo cuando decido leerlo y analizarlo de forma superficial. Cabe destacar que soy una persona que no me gusta criticar a los de mi alrededor, por tanto, hacer autocrítica es lo que más me cuesta.

    A parte, abundan otras emociones que van completando la atmósfera y, muchísimas veces, se mezclan entre ellas, porque pueden haber dos, tres o, incluso, cuatro emociones. Por eso mismo, consiste en explorar la emoción desde matices y contrastes.

    3. Lenguaje poético

    Respecto al lenguaje poético hay que tener en cuenta las imágenes sensoriales (vista, oído, olfato, tacto y gusto), las metáforas y símbolos para dar profundidad a la vivencia y colocar ritmo y musicalidad, es decir, usar el recurso retórico de las repeticiones, las pausas, las aliteraciones…, y jugar entre frases cortas para crear tensión y, también, frases largas (subordinadas) para provocar fluidez.

    En mi caso, describo mis sentimientos más íntimos de forma poco realista. Eso significa que voy conjugando las palabras con las ideas a través de las metáforas. Esta forma de escribir no ha sido de un día para otro, sino de años de ir plasmando mis palabras en libretas y diarios personales hasta acabar formando este blog e ir creando alguna obra literaria, que actualmente tengo cuatro.

    4. Transformación en texto

    En este punto es recomendable revisar el texto, que se puede hacer justo después de haberlo escrito (como yo hago la mayoría de veces con mis textos de prosa poética del blog), porque así está recién sacado del corazón, es decir, en caliente, y las ideas y sensaciones aún están flotando por el aire, intentando retenerlas.

    Aunque también se puede transformar el texto a largo plazo. En este caso, es mejor hacerlo con textos más largos como los capítulos de las novelas. ¿Y por qué? Porque hay que dejar reposar tanto el texto como las ideas que van surgiendo y, luego, aplicarle un poco de lógica, la máxima que se pueda y quepa.

    Así pues, a la hora darle forma al texto es más importante expresar la emoción indirectamente, porque pierde toda la magia si se describen las acciones, las imágenes y las sensaciones de forma literal.

    La perspectiva temporal es otro de los aspectos, pues es distinto narrar desde el momento vivido, que desde la memoria. Se pueden alternar ambas situaciones (flashbacks y analepsis).

    5. Construcción de la atmósfera

    Para construir un ambiente hay que elegir el tono (melancólico, luminoso, introspectivo…) En Burlando el tiempo el tono es de carácter introspectivo, demasiado, creo yo.

    El espacio y el tiempo deben ser extensiones del estado emocional, es decir, que deben estar presentes de forma palpables, porque si no el lector se pude perder. Y, con ello, usar detalles concretos para enlazar la emoción con lo tangible (espacio-tiempo).

    6. Revisión y pulido

    Hay quienes dicen que leer en voz alta puede ser un buen método para ajustar el ritmo y la sonoridad. Sinceramente, yo nunca lo he hecho. En este punto hay que eliminar palabras planas o redundnates, incluso cambiar algunas en concreto para que el texto tenga una coherencia entre la emoción principal, la imagen y el tono.

    7. Proyección literaria

    Pero como todo escritor, y tal como es la literatura en sí, siempre se pasa de la experiencia a la obra donde la emoción inicial se universaliza, se globaliza, para que el lector pueda reconocerse en las letras del escritor, así como espejo y reflejo. Por tanto, el yo-poético es ese espejo donde el lector conecta con las letras del escritor proyectando sus propias vivencias.

    Mi recomendación es dejar espacios de silencio (elipsis) y algo de ambigüedad para que cada quien interprete a su manera, y de ahí surja la magia de la escritura creativa.

    En resumen, mi consejo es dejarse llevar por los sentimientos y, así, las palabras saldrán solas. A posteriori ya se le inyectará al texto la sabiduría que le caracteriza y necesita.


    Pd. Gracias por leerme,

    Nos leemos.

  • La nube ennegrecida

    Todos cometemos errores. ¿Seremos humanos o sobrenaturales? A veces, por no decir siempre, escupo lágrimas, que son mis pestañas llenas de llamas. Y, sin querer, con mucho poder, me vuelco en mi quehacer. Me quedo, sin más, latiendo del revés. Que alguien me salve, por favor, pero es que llegó el ayer el atardecer y, con él, el anochecer y, cierto, fui ennegreciéndome, así, convirtiéndome en una niña, en una chiquilla, en la quinceañera que tan enturbiada le acaban brillando los latidos desde dentro hasta que las estrellas estallan quebrantadas. Sigo aquí, así voy: distinta, echada a un lado, siendo la luna oscura, aquella que ya ni se ilumina con una simple sonrisa, de la que ya no le sale chispa. Pensando, suponiendo que, bueno, que ya estaba floreciendo… Es que duele muchísimo ese latir, ese mal vivir, ese ir y sufrir. Espero y, al mismo tiempo, me mueve, aunque, cómo lo estoy haciendo…, porque me caigo, desciendo. A veces soy tan invisible, otras pocas soy la mancha convertida en tinte negro, siendo el pegote raro, desencajado, enturbiado. No, no me mires, huye, arrópate en el vaivén vecino que seguro que te econtrarás menos vacío y un poco más vivo, así, eterno y entero.

  • Mis rutinas creativas: qué hago cuando soy un caos

    Mis rutinas creativas: qué hago cuando soy un caos

    Ser creativa es algo mágico y la mayoría de veces contiene muchísimo desorden, porque hay momentos que mi cabeza está a rebosar de ideas, de listas pendientes, de emociones encontradas y, por si fuera poco, ruido externo. Sin embargo, en medio de ese caos, voy encontrando pequeños rituales ya adaptados a mi rutina diaria que me devuelven a la vida y también a la muerte y al ir sobreviviendo entre palabras y, gracias a ello, saco lo que llevo dentro y me voy describiendo. Al fin y al cabo, una escritora termina plasmando su ser, su esencia más interna. Por eso, hoy te cuento cuáles son estos procesos que parecen inéditos, pero que están muy presentes.

    1. Ponerme en modo «observadora»

    Cuando necesito inspiración, sin querer, observo, analizo mi alrededor, a las personas, a las situaciones…, voy divagando en un mundo distinto, el mío, porque me invento cómo sería yo en otros contextos convirtiéndome en la protagonista de mis propios sueños. Por eso, escucho breves diálogos de conversaciones ajenas, me fijo en los gestos pequeños, en los detalles inéditos…

    2. Tener siempre a mano una libreta

    Como el caos no avisa y tampoco las buenas ideas, siempre llevo entre mis manos una libreta (y el móvil) listos para anotar cualquier frase, palabra o imagen mental que me inspire.

    3. Micro-rituales para calmarme e inspirarme

    Cuando estoy nublada mentalmente, dibujo flores enredadas, y así regresa mi inspiración, de esta forma relajo a mi cerebro, le ayudo a sacar lo que mi corazón parecía estar ahogando, aunque siempre terminan brotando los sentimientos.

    4. Escribir sin juzgar

    Para juzgar ya estoy yo, que desde años me he dicho internamente que no soy escritora cuestiónandome qué es la buena literatura y qué está bien escrito. Así que con esa ínfima aunque imensa presión que llevo encima desde hace tiempo, mi meta es escribir algo y, luego, perfeccionarlo, adecuando los verbos a mis tempos emocionales. De eso se trata escribir, ¿No? De derramarlos todos, soltando la miseria a bocajarro como si te fuese la vida en ello y, más tarde, quizás un año, o tres absurdos segundos, editar el texto sin tanto pretexto.

    5. Aceptar mi propio caos

    Al final, todo lo que me toca el alma, lo que me confunde o me desordena se convierte en historia, personaje, metáfora o novela. El caos podría ser molesto, pero es lo único (perdóname por encajar en una caja muy pequeña tal adjetivo), que me ayuda a crear. Y de aquí, de mi corazón que bombardea vívido, van sangrando mis textos.

    ¿Te lanzo un secreto? Cuanta más contradicción interna, más arte abundará en tu literatura, porque de este detalle nace la honestidad conjugándose con tu verdad.

    Pd. ¿Y tú, qué haces para crear cuando tu mundo está desordenado, desubicado y enturbiado?

    Cuéntamelo en los comentarios, me encatará leerte.

  • Encontrando el dolor

    «Todos buscamos amor», suelta mi subconsciente. Mastico las tres absurdas, y malditas, aunque ciertas, palabras. Me gustaría absorberlas para luego escupirlas. ¿O esculpirlas de una pizca de amargura? Anoche me las tragué, acabaron engulléndome, que al soltarlas esta magnífica tarde han salido contaminadas. Les soplé algunas margaritas y, en vez de florecer, culminaron enturbiadas hasta el amanecer. Observé el aire que se ensombreció, se llenó de chispas de dolor. La melancolía va danzando al son de la alegría que se quiere muy viva, pero que termina desubicándose en la cara de la hipocresía. «Y yo qué sabré», explotará el reflejo ensombrecido. Se quiso, se quiso. Ahora y aquí, el espejo baila con más de mil pedazos esparcidos por el suelo. Intenta saltarlos; en el corazón se le han clavado. Derramándose está, y va. Pero hoy es jueves, quiero decir, martes, uno cualquiera, y en esta breve tarde, suspicaz, que se cae, sigue mi pedal encallado, estancado. Me quiero enamorar, que sea de verdad, con algo de piedad y mi queridísima alma, que sea arropada y no angustiada ni acojonada ni tampoco se encuentre atrapada entre las varias roturas, imposibles de arreglar, del espejismo roto, incapaz de coserse ya las heridas disecadas.

  • Cómo encontrar inspiración en lo cotidiano: cafeterías, trenes y conversaciones

    Cómo encontrar inspiración en lo cotidiano: cafeterías, trenes y conversaciones

    Hay días en los que abrir el ordenador para escribir se siente como una batalla perdida antes de empezar. La página en blanco me mira como si supiera algo que yo no, y cualquier distracción parece más atractiva que enfrentarnos a ella. A veces la verdadera chispa creativa está justo afuera: en lo cotidiano, lo que damos por hecho.

    Inspiración en cafeterías: personajes, emociones y diálogos reales

    Las cafeterías son una fuente inagotable de escenas e historias internas. Si observas con atención, cada mesa es un pequeño universo, incluso la tuya, o la mía. Parejas que discuten en susurros (entre silencios), estudiantes que se consuelan con croissants, señoras que comparten charlas con amigas de toda la vida.

    Aquí no se trata de espiar, sino de abrir los sentidos, y los sentimientos. Escuchar frases sueltas, imaginar qué hay detrás. A veces solo anoto una palabra, un gesto, una emoción o nada. Otras, una conversación fugaz que se convierte en el punto de partida para una escena o un relato.

    Tip: Lleva siempre una libreta o usa la app de notas del móvil para registrar impresiones rápidas. Lo cotidiano huye rápido si no lo atrapamos al vuelo.

    Encontrar ideas mientras viajas en tren: el arte de observar en movimiento

    Hay algo especial en escribir o pensar mientras vas en tren. Es como si el mundo se deslizara ante ti y, con él, las ideas fluyeran más libres. Quizás es porque estamos en tránsito, y en ese espacio intermedio, los pensamientos se ordenan.

    Los trenes son ideales para imaginar vidas ajenas. ¿Quién es esa persona con una maleta vieja? ¿Por qué alguien se baja con prisa sin despedirse? ¿Qué historia podría empezar justo aquí?

    Además, son perfectos para conectar con una misma. Pensar, sentir y escuchar tus propias preguntas…, eso también es una forma de inspiración.

    Escuchar(te): las conversaciones interiores también cuentan

    No todas las fuentes de inspiración están fuera porque muchas veces lo que más me mueve a escribir nace de una conversación, de una cuestión extraña, conmigo misma. Reflexionar sobre algo que me tocó más de lo que esperaba, entender por qué una escena me dejó huella o preguntarme por qué me cuesta escribir justo esto, es decir, sentirme en un bloqueo y convertirme durante unos escasos segundos en la «tabula rasa».

    Así que escribir es una forma de conocerse y cuanto más conectada estás contigo, más auténtica será tu voz interior.

    Cómo entrenar tu mirada creativa en lo cotidiano

    • Observa sin juzgar, como si fueras directora de cine en busca de escenas.
    • Anota frases sueltas que escuches en la calle y, luego, las desarrollas en tu mente.
    • Mira a tu alrededor con varias preguntas como: «¿Qué historia podría haber aquí?», «¿Qué sentiría yo en ese lugar?»
    • No subestimes lo pequeño porque, a veces, una servilleta escrita o una mirada intensa es suficiente para crear una historia completa.
    • Y, sobre todo, no esperes que la inspiración llegue perfecta, solo siembre, y tu jardín interno ya crecerá.

    Conclusión: la inspiración está más cerca de lo que crees

    No necesitas grandes ni largos viajes ni tampoco musas caóticas. A veces, basta una tarde (o varias) en tu cafetería favorita, un viaje en tren de veinte minutos o una charla silenciosa contigo misma para volver a conectar con tus ganas de escribir. La inspiración ya está aquí, en lo simple, en lo real, en lo que vas viviendo cada día sin darte cuenta.

  • Diamante en bruto

    ¿De qué escribiré? ¿De qué iré escribiendo el día de mañana? ¿De qué forma? ¿Y con qué modales? Aquellos que perdí. ¿Aún los conservo? Abro la galería de donde se van cayendo los cuadros pincelados a palabras. Estoy narrando cómo se deforman los libros y con ellos, a destellos, varios tempos de la literatura, que se deshace a medida. Las frases, ahora hechas, se abren de un sentido gracias a las tonalidades del pasado que fueron grisáceas. Les costó tiempo, les tomaron fotografías, aún con la caligrafía sin mucha tinta, pues se fue arrastrando. ¿Debería decidir? No sé ni escribir. ¿Describirme? Lo único que quiero es bailar, pecar en la pista moviendo las caderas al son de mis ideales que, actualmente son nulos, están desfasados, algunos enturbiados y, los otros, nublados. El caso es que me apetece colocar el punto final, hacer un «borrón y sonrisa nueva». Culminar el penúltimo vaivén ya que el restante es por donde danzaré, así, al son de mi queridísimo corazón. Dame ese colocón, me pertenece. Brillo, estoy burlando la deseada tristeza, echándose a reír. Ahora me levanto, se me rompió la punta del tacón. Después, se partió y entró la dinamita, o esa, yo.

  • El texto en blanco, y la novela

    Voy en blanco, soy la «tabula rasa» que arrasa sin nada. Me compongo diciéndome, cayéndome, y de esos pedazos saco la mierda, la miseria inquieta. Creía, luego sentí y, a posteriori, decidí. Derramé alguna lágrima. También comprendí de dónde vengo, aunque ya no sé mi dirección. Consistía en algo de dos, pero voy algo perdida, poco a poco ahueco el pozo, que paulatinamente se deshaucia solitariamente.

    El caso es que (discúlpame el pretexto) sigo aquí, en este bucle entero, que parece que escribo o que me describo. ¿El hecho? Que voy, que me cuelgo y que me desvivo. ¿Era al revés? Yo ni lo sé ni tampoco lo sabré porque con el quehacer de mi monotonía seca y eterna me quedo quieta.

    Soy la mosca muerta, la luna solitaria, la oscuridad ensombreciéndose. Enciéndeme esta, vida, tal vez sea la vencida o la opción desubicada. Se me cruzan las palabras. Serán las letras, las coletillas y las comillas que se destierran, que se encierran como si fuese todavía más palpable, más posible. Así que el resultado de hoy es este. Sigue leyéndome, quizás crees encontrar, aunque te comparte, en un futuro mi nueva novela, puedes dedicarte a leerme, a indagar, a soñar, a volar o a ninguna de las anteriores.

  • La consciencia inquieta

    Hoy me he levantado con el pie izquierdo sin saber si te quiero. Anoche saboreé una mezcla de sabiduría con algo de fantasía y una pizca de melancolía. Se me caen las preguntas, se van deshaciendo, incluso se deshinchan por culminar allá, al borde de la rotura de la costura, de mi alma descosida, y un poco de herida. Me gustaría ser niña, comerme alguna nube de algodón y quedarme azucarada lo que resta de mi vida, que quizás solo es un día o varios segundos o pellizcos de alegría. La que dejé de cantar tiempo atrás. Por años, daños. Será al revés. Me arrepiento de los varios milagros mal logrados, se quedan tan descolgados, así, ensanchados que, al final, me hacen cosquillas. ¿La absurdiad de este amanecer? Que está convirtiéndose en la superficialidad, ¿O ya lo era? Bueno, danza y también baila. Lo superfluo se arraiga en el vaivén vecino y, así, un «contínum» figurado. Un texto que se aferra al sin sentido entrando al transcurso con orgullo y mucho éxito. «Salí por la puerta trasera. ¿O  era la primera?» La sencillez acelera, yo me ubico muerta, y quieta. ¿Y ahora qué piensa mi consciencia? ¿O que no quiere concluir? Agoté la conjunción «o» del susto, de la agonía, se perdió la alegría maldita. ¿En qué momento decide tomar el vuelo? «¿Me habré vuelto loca?», se cuestiona la otra «o». Y sin percatarse, quizás sí lo sepa ya, cae en su bucle.

  • Romancero gitano, Federico García Lorca

    Romancero gitano, Federico García Lorca

    Romancero gitano (1928) de Federico García Lorca (1898-1936) es una de las obras más destacadas de la poesía española. La obra recoge un conjunto de romances. Estos plasman cómo era el mundo gitano entre la sociedad andaluza del momento.

    Empezando con el análisis del poemario, el tema principal es el mundo gitano. Lorca reivindica la marginación de la etnia. También destaca la lucha contra la opresión que sufre. Otros temas son el amor y la muerte, el vaivén entre conflicto y destino y, finalmente, la frustración. Por ejemplo, ya en el primer poema, Romance de la luna, luna, deducimos que un niño gitano muere. El niño muere dentro de una fragua. Esta fragua es un fogón donde se calientan los metales para darles forma.

    En segundo lugar, los símbolos más relevantes son el gitano, la luna, la Guardia Civil y la naturaleza. El gitano es un individuo que lucha constantemente entre aquello más primitivo y lo civilazado. Y el conflicto social y cultural entre gitanos y la Guardia Civil se percibe en Reyerta, el tercer poema.

    La luna simboliza la muerte y sobretodo la noche y los misterios que esconde. «Verde que te quiero verde» es uno de los versos del cuarto poema que simboliza la vida y la muerte. Entonces, describe un momento trágico donde una joven gitana se ha suicidado porque su novio gitano fue ejecutado por la Guardia Civil, cuya representa la represión.

    Y, la naturaleza utiliza elementos como el viento, el agua y la tierra. El poeta los personifica, y por tanto, cobran vida. Otro ejemplo es el significado del agua, del tercer poema, que simboliza la muerte.

    En tercer lugar, el estilo de Lorca se centra en un lenguaje lleno de símbolos y metáforas. Con estas herramientas, crea un mundo idílico rodeado de belleza y emociones. Por ejemplo, con elementos como la noche y la luna, ayudan a crear una atmósfera llena de misterio. Además, con el recurso del romance, el poeta encuentra más facilidad en conectar con la tradición popular. Así, puede crear musicalidad con los versos octosílabos. Incluso con los diferentes elementos fantásticos incorporados por el escritor, ayuda a crear un ambiente misteriosa.

    En resumen, el Romancero gitano es una obra compleja. Contiene varios símbolos que exploran la condición humana mediante el mundo gitano. Además, aborda temas universales como el amor, la muerte y la lucha por la libertad. Utiliza un lenguaje poético lleno de metáforas.

  • Mucho albedrío

    Estoy agotada de mente y alma, y llueve, ya ni se incendia la llama. «Quédate», me susurraste allá en aquella hamaca que se balanceaba. Te arrastrabas, yo ya iba desgastada. Te lo repetí varias veces en distintas ocasiones, pero ni me escuchaste. Te seguiste acurrucando, me descolgué: mi corazón danzando en el limbo. La canción resbaló en los tres últimos bailes. Dicen que «a la tercera va la vencida» y, oye, llevo más de una copa y cinco bailes. ¿Echamos un brindis? Ambos, digo, por lo que pudo haber sido y que se quedó en mitad del camino. Bueno, sencillamente consistía en recorrerlo entero para que nuestros labios se conocieran. Es lo que tiene ser escritora, que incluso te describo lo imperceptible -aquel sentimiento con apellidos-, tú. ¿El significado? Que todavía estás inscrito en el primer pedazo que se desgarró al verte por primera vez, porque se colgó, de ti. ¿Ahora? Me he transformado, soy otra. Me he comido la loca, la ola y la rotura al borde de la costura. Sí, he ahogado casi todas las penas y tus pecas, me puse la sabiduría por delante, se me escapa de las manos tu alegría. Después de la pausa y también del paréntesis, aparece la peripecia. Me la bebo entera. Las bocanadas de aire resulta que son pellizcos de realidad. La verdad va saturada, y yo enamorada de mi mirada. Ha florecido la Anna, pues la anterior, no es que se haya caído por el precipicio ni huido… es que se ha enorgullecido, ensanchando el pecho derecho y, con ello, sopla una risa ligera, muy sincera. Me muevo eterna al son de mi queridísimo viento.

  • ¿Aún no me lees?

    Hoy me paseo por aquí porque la noticia es que dos de mis libros están gratuitos actualmente.

    ¡Echa un vistazo en mi perfil de Pinterest!

    Pd. Gracias por leerme, nos leemos.

  • La nota rara

    Ya me caí, creo, desde hace varias heridas. Luego, me las comí. Aunque son las cuatro de la tarde, ya pasadas, y se van las horas, se marchan. Se diagnostican la tristeza, tan arraigada a la cicatriz. Se murió, o se mató (sola) la perdiz después de intentar estar feliz. La venda, y la vena aorta, ahora, resulta que se ahorca. Bueno, tantas mariposas loquillas, al final, la cuenta se desliza, con el café derrumbándose. Sigo aquí, no sé ni qué escribí. Será, como cada madrugada, la descripción de mi alma arrugada. Quise ensancharme la mirada. Tanta observación para nada, o para, absolutamente, todo. ¿Que me quede? Si ya me derretí, pues me fui. Resulta que la vida afloja y, a la vez, aprieta, ahí, en el corazón de donde se va cerrando a cremallera. Aletea, corre, y vuela, que se te pasa el arroz. Acelera en la carretera, gira a la derecha y aprieta (el gatillo). Voy, grito. Me quedo casi ciega, de voz, y medio sorda de sensación, porque, si te hablo de la emoción, se me baja el subidión. Vaya colocón. Descoloréame esta, por favor. Y gracias, ríete de mis desgracias.

  • Me estoy yendo

    Sé hacia donde me dirijo, pero va y sin querer me desperdicio, caigo, no me elijo. Aunque las florecillas vayan ascendiendo en picado, sigo en la buhardilla, ocultándome, y tragando, hacia fuera, la miseria, muy imprecisa e inconexa. Los codos los tengo rasgados. ¿O eran los ojos? Será el cora‘ que va desgastado. ¿Cuándo dejaré de arrastrarme y amargarme? A día de hoy, ya está siendo el ayer, me quedé de piedra, con la cicatriz abierta. Me pica la oreja izquierda, me escuece la coletilla, la última colilla eres tu misma, o el otro reflejo. Déjame decirte: he perdido el espejo. Fugazmente me voy yendo. Creí marchitarme tantas veces que, al final, solo consistió en quemarse la semilla, sí, en carbonizarla para, a posteriori, ejecutar el crímen con la mirada asesina, perdida. Así culminé en el placer número 33. «Me quise quedar. Me iba a quedar, de hecho, ya me había quedado», sopla mi latido enfermizo. La acción más complicada es el hecho de no accionarse, de querer irse y no poder porque aún, una, sigue en el vaivén del gerundio. ¿En qué momento le cortaré las alas o la lenguaa? ¿Cómo puedo dividir a cuchilladas sus letras? Porque ese presente intermitente parece imposible de detenerle. Supongo que comiéndome la realidad. ¿No se transformará en muchas verdades? Supongo que juntas la forman, la crean, lo son. ¿El qué? Me derretí por quinta vez. El inconveniente recae en que no me conviene y me pertoca quererme más, y mejor, a mí, a mi niña interior. Se me rompió el color. ¿O es que dejé caer el dolor y ahora me ha absorbido por contactar con él desde mis insignificantes pies?

  • Amor con amor

    ¿Será una manía? Eso de querer sentirme querida. Hace años, después de tantos daños, que no he deseado absolutamente nada hasta que llega la agridulce velada donde pido ser amada, y no una amargada. Oíste hablar de esa sensación de sentirse querida por una misma, pero que aún le falta la penúltima costilla para que se vea florecida. Yo soy la última costilla rescatada, y alzada, del suelo. Quise, quise, quise…, aunque tampoco recibí. ¿Alguna vez di? Me he golpeado con el futuro tantísimas veces. Fueron intentos fallidos. Ahora nace, quizás crecerá y luego brotará ese presente tan latente, algo inerte. Quiero borrarme, transformarme, pero ya no pudo ser. Aunque si te apetece leerme, únete a mi nueva novela Punto, y aparte, que la encontrarás en Wattpad.

  • La escena servida

    Todo va cambiando: la rutina, los quehaceres y la vida, pero mi sensación sigue siendo la misma; la monotonía sentimental, tan normal, de sentirme igual y, a la vez, neutral. La mismísima alegría se descojona, colocándose la tontería en una esquina. Luego aparezco yo, justo en medio de esa belleza negra, y muy extraña, que se asoma desde la ventana, y se cae. El caso es que el suceso es tan imperceptible, tan predecible, que los pasos -torcidos y cohibidos- se disocian. Consistía en dejarse llevar, ser y florecer. La cosa va del revés, bastante derretida. ¿Para qué leerme tanta filosofía si entre líneas voy ya servida? El último placer que encuentro en esta casi dinámica es la insuficiente perspectiva, pues carezco de autocrítica. A posteriori agradezco ese momento descontento. Descuelgo la fe del tendedero. Ahora voy con los pies de plomo, pero me pesan, me duelen. ¿Me esperan? Parecía sencillo en mi panorama teatral, digo, la escena montada en mi mente. Solo eran tres pasos y un párrafo preparado soltado, en un futuro, a bocajarro a conjunto con un breve diálogo y la escasa afirmación, sí, que te quiero con menos intensidad, una de tipo fluorescente, de forma intermitente, y ese foco que contiene una superflua intensidad.

  • Las olas, Virginia Woolf

    Las olas (1931) de Virginia Woolf (1882-1941) es un paseo por la vida desde que somos pequeños hasta que envejecemos. Ese transcurso es narrado desde seis perspectivas que son los siete personajes: Jinny, Louis, Susan, Bernard, Neville, Rhoda y Percival, que este último aparece indirectamente. Los primeros seis narran sus experiencias y sensaciones mediante el recurso narratológico del diálogo, que parecen ser monólogos interiores. ¿Lo son realmente o son pura coincidencia?

    Inician, los protagonistas, una nueva etapa escolar, un sitio religioso donde abunda la añoranza y la tristeza y donde son uno más entre la gran multitud. Después de la misa, salen al aire libre y se echan en el césped. Cada personaje dialoga en voz alta con su pensamiento y, con ello, desde esos diálogos individuales del «yo», se va narrando la trama de la novela. La mayoría de ellos detestan la escuela o sueñan con estar en otro lugar o ser otra persona.

    Bernard es muy distraído y siempre llega «demasiado tarde». A Neville le gustaría ser otra persona, es decir, tener más actitud y cualidades positivas, aunque tiene el don de ser muy creativo, un artista. Se compara mucho con Percival a quien le tiene envidia. Louis es un excelente estudiante, el mejor, aunque cuando llega la noche se siente solo y se marcha a otro espacio a ser libre y a estar en paz. Tanto Susan como Jinny y Rhoda desean que termine la escuela para poder regresar a sus respectivas casas y así poder respirar y ser libres, entre otras sensaciones abstractas. A posteriori de la etapa escolar, cada uno de ellos viaja hacia Londres.

    Es una novela circular porque empieza con una escena romántica, donde Jinny besa a Louis y, al mismo tiempo, es dramática, por parte de otro personaje, Susan, quien se rompe por dentro, sintiéndose una desgraciada, llena de soledad. De la misma forma culmina la novela, pues Bernard, el que cuenta la historia final, explica cómo Louis se encuentra solitario dentro de su individualidad, más un sentimiento melancólico, rememorando el pasado, de lo que fue y de lo que pudo haber sido, y como ya todo está hecho. Los días que restan están contados, ya que es el final de la vida. Concluye, entonces Bernard, con una metáfora de la existencia vital, la muerte, que es a donde todos nos dirigimos. Y es interesante como los cada «yo» que parecían estar separados, divididos, se unen y, en vez de ser varias facetas, terminan siendo sólo una. Por tanto, en el tramo final es cuando el ser humano se abre ante esa incógnita, donde se ilumina y, finalmente, se resuelve y se ve transparente, porque el reflejo y el espejo son el mismo. Por fin uno es capaz de comprender el sentido de la muerte que, al fin y al cabo, es esa simple, y a la vez, complicada vida.

    Ese descubrimiento transcurre por varias fases que van desde la niñez hasta la vejez, donde nos cuestionamos distintas preguntas. Qué significa ser poeta; de qué manera uno se define como «poeta»; quiénes somos realmente: una faceta o varias de un mismo «yo»; en qué consiste amarse a una misma, en priorizarse, en saber elegir, en poner límites…; qué somos, de qué estamos hechos; hacia dónde vamos exactamente; en qué consiste el matrimonio, y quién es cada uno cuando se casa, en qué se transforma; y qué es, entonces, el amor, de qué forma amamos al otro y de qué maneras, y un largo etcétera.

    En definitiva, no somos nada y nunca hemos ido hacia ningún lado, porque solo vamos hacia la muerte convirtiéndonos en la nada. Por tanto, en la vejez lo único que queda es recapitular, recordar el pasado y tener una acumulación de cosas, sensaciones y emociones ya pasadas, que no están en su auge. Así pues, la muerte es el enemigo, y siempre lo será, del ser humano, que siempre acaba llegando y arrasando con todo, llevándose la vida.

  • ¿Soy yo?

    Disimuladamente me acentúo las pestañas o las entrañas. Extraño nuestras miradas, que se crucen en un atardecer impreciso, como si fuese cualquier inciso. El impulso, el vaivén de ir y gritar «¡Ven!» Se marchó cobijándose en otro placer. El del número treinta y tantos, allá van unos cuantos. Me he perdido contando los cuartos. ¿De qué? Ya ni lo quiero saber porque eso significa perder. Tiempo atrás magnifiqué, sí, equivocándome: pinté de colores, y muchísimos sabores (abstractos) la nube que acabó convirtiéndose en un sujeto ennegrecido. Mi reflejo querido. Después, sin querer, atravesé la silueta y culminé reconstruyéndome de una pulmonía que, a posteriori de estallar, ha estrellado. Ahora le han nacido algunas florecillas, nada, cinco margaritas. Resulta que vuelan, y que huelen a algodón, que se componen de picardía sin quitarte la alegría. ¿La viste? Está oliendo a sabiduría, y tanta, que se siente la belleza, y la vejez, interna, no tan hueca ni cabizbaja, de la poesía, pues mi ser externo iba a conjunto con ella. Dejó de de detestarse, de apestarse y separarse. Al fin, decidió unirse. Bueno, luego de desvestirse, o es que, dentro de su simplicidad, repitió tanto el verbo… El sujeto se ha quedado quieto: ha pisado el penúltimo acento. De mientras se saca el sombrero. ¿O a acción significa que se lo quita? Vaya, abundan las analogías con la vida. ¿O eran diferencias? Se me escapan, a escupitajos, las paradojas. Será que han saltado el charco -ensangrentad- del martes pasado. Un cuadro que se dio el lujo de deshacerse a pedazos. ¿Soy yo ese espejismo roto? La costura, se te ha caído.

  • La poetisa quebradiza

    Buenas tardes, ¿Podríamos, si fuese posible, redefinir o, mejor verbalizado, dejar de definir lo nuestro? Sacar ambos pronombres y separarlos, dividirlos de un escopetazo o varios tortazos, que después de rasparme las costillas, rasgarme las alas y quedarme en la escasez de las comillas, que parece que digan algo intrascendente. Spoiler: no hablan porque son, eso, tristes signos de puntuación que van de dos en dos. Pues mi yo-poético desearía, con esa intensidad que le caracteriza, desvanecerse del presente y de la pura realidad, centrarse en la divina irrealidad, sumergirse fervorosamente en ella. Dejar de ser la ola alocada. Me voy expresando, supongo. Interioricé tanta miseria. Soy varios poemas enturbiados, quebrados, como los papeles y aquellas cartas del pasado. El caso se acentúa, va en cursiva y en mayúsculas, y entre letras se regocija, ocultándose, pero mi otro reflejo, que carece de espejo porque se observa de reojo, acaba de plantarse: quiero, intento, escribo, piensa, el suceso acaecido, pero no sé. Serán los pretextos de los cuales abundan los escasos acentos. De interrogantes, aún quedan porque así lo eligieron desde hace ya tres segundos atrás, que van restándose. «Me apetecía caer mientras aprecio aquel quehacer», se asombra mi cerebro que va aprisa. Descorreré la cortina, que se ilumine la caricia y traspase la fase entristecida. Aunque el verbo quisiera cerrarse, jamás podrá, pues se va meciendo y, así, intenta, sin poder ya definirse. Esa acción es en la que me he convertido. Dejé de derretirme, de definirme, de convencerme. Lo único que surge es el impulso fallido, vacío de esperanza, de ser. Por tanto, me dirijo, a tiro fijo, a mi queridísimo discurso absurdo. Seré zurda, por eso me sale todo con el pie izquierdo. Voy, y quiebro.