Arrójame a las hojas muertas, negras.
Lánzame hacia estas y aquellas.
Demuéstrame que Sí y, después, que No.
Desintégrame por dentro, sácame los órganos; el corazón, para no sentir más, por favor.
Y, entonces, el vacío será cómodo, dentro de la cotidianidad.
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