Puede que cambie el viento,
puede que cambie mi aliento
o puede que cambie mi verso.
Un beso sin rumbo,
siendo instante.
Y una lluvia de atardeceres,
con miles de lágrimas.
Un ahogamiento de alma
y el corazón encogiéndose.
Un día sin vida,
una noche donde las heridas se abren
y el llamamiento a florecer renace.

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