Quiero una noche,
sólo para mí.
Quiero una de aquellas que,
bebiendo sorbo a sorbo,
cerveza de la mala,
te emborrachas y empiezas a hablar.
Y, cuando estás dentro del rumbo de la decadencia,
comienzas a conversar.
Y, joder, las palabras te salen del alma,
y tienes una conversación mala,
pero profunda.
Jodida, y malherida.
Ahí, es donde se salvan personas que creías muertas.
Donde les florece el alma, de tanta mierda sacada a luz.
Es como parir un bebé;
primero un grito y,
luego,
placer.
Y beber, y ver y creer.
Morirse de la risa, estallar sin prisa.
Explotar.
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