Introducción
Gérard Genette en el «Discurso del relato», nos explica cómo funciona el modo. En la entrada anterior hemos introducido los conceptos sobre el orden, la duración y la frecuencia del relato, pero nos faltaba el modo. Así que, a continuación, nos centraremos en desarrollarlo.
1. ¿Qué es el modo?
Para empezar, el modo es el verbo, que cambia según el punto de vista. Cabe destacar que el objetivo del relato es contar una historia.
En el relato, la narración tiene diferencias graduales, que son expresadas por la variación de modales. Entonces depende de distintas perspectivas.
2. Las tres clasificaciones
A lo largo de la historia de la literatura, surgieron varios problemas para explicar e intentar agrupar los modos narrativos. Así pues, hay varias clasificaciones. Explicaremos tres: según Platón, según Bertil Romper basada en la tipología de Stenzel, y una última, simplificada en tres términos.
La primera clasificación, la de Platón, se centra en relato puro versus la mímesis.
- El relato puro es la narración donde el poeta habla en su propio nombre siendo él. Depende de la relación entre emisor-receptor. Y consiste en decir lo máximo con el mínimo de palabras posible. Por tanto, es un relato de sucesos.
- La mímesis (imitación) es la narración donde habla el personaje a través del poeta. Se trata de una imitación absoluta. Consiste en ofrecer la máxima información con el mínimo informador. Para ello, hay tres estados del discurso:
- El discurso narrativizado que es el discurso relatado. Se caracteriza por narrar un suceso puro.
- El discurso transpuesto al estilo indirecto que es aquel discurso donde el lector lo puede interpretar a su libre albedrío. Por tanto, es poco fiel.
- Y el discurso mimético, metodología rechazada por Platón, que es donde el narrador cede de forma literal su discurso al personaje. Ejemplos claros son la epopeya y, a posteriori, la novela moderna. Dentro de la mímesis, en el género dramático, de finales del siglo XIX, surge la «mímesis de doble grado», es decir, la «imitación de la imitación». Así pues, en aquella época de finales de siglo la escena novelesca se consideraba como la «copia de la escena dramática». Lo podemos denominar como «monólogo interior» o, mejor escrito, como discurso inmediato.
La segunda clasificación por Bertil Romper en 1962, basada en la tipología de Stenzel, la cual retoma, se divide en varias perspectivas.
- El relato con autor omnisicente, donde el narrador lo sabe todo porque conoce los pensamientos, sentimientos y acciones de todos los personajes, incluso los hechos pasados y futuros.
- Ejemplo: el narrador de Los Miserables de Víctor Hugo.
- El relato con punto de vista, donde el narrador limita su conocimiento a la perspectiva de uno o varios personajes. Por tanto, narra lo que ese personaje ve, oye o siente, creando un efecto de cercanía y subjetividad.
- EjemplO: en Madame Bovary, la narración se filtra mediante la mirada de Emma y su entorno.
- El relato objetivo, donde el narrador actúa como un observador externo porque describe solo lo que puede verse o escucharse, sin acceder a la mente de los personajes.
- Ejemplo: en varios cuentos de Ernest Hemingway, el narrador relata acciones y diálogos sin entrar en pensamientos.
- Y el relato en primera persona, donde el narrador participa en la historia y la cuenta desde su propio punto de vista («yo»).
- Ejemplo: en El guardián entre el centeno Holden Caulfield narra su propia experiencia.
Y, la tercera clasificación, es la simplificada en tres términos.
- La perspectiva subjetiva es donde el narrador sabe más que el personaje.
- La perspectiva neutra es donde el narrador sabe lo mismo que el personaje.
- La perspectiva objetiva es donde el narrador sabe menos que el personaje.
Finalmente, las focalizaciones, un recurso retórico, son una de las subclases dentro del mundo del discurso del relato. Hay tres tipos:
- El relato no focalizado o con focalización cero. Se encuentra en el relato clásico.
- El relato con focalización interna. Se encuentra en la novela de carácter espistolar.
- El relato con focalización externa. Se encuentra en la novela histórica.
Además, las focalizaciones pueden alterarse, porque son «infracciones aisladas», según Gérard Genette. Hay dos tipos: la paralipsis y la paralepsis.
- La paralipsis es la anticipación del «héroe focal«, donde el narrador lo disimula al lector.
- La paralepsis es el «exceso de información y consiste en la incursión de «la conciencia de un personaje (…)»
3. ¿Para qué sirve el modo?
El modo es otra de las características que sirve como forma de análisis del relato desde el enfoque teórico basado en Gérard Genette. Por tanto, es útil para analizar cómo se cuenta una historia.
Mientras el tiempo organiza los hechos (orden, duración, frecuencia), el modo determina la forma en que esos hechos son percibidos: qué se muestra, qué se oculta, desde qué perspectiva emocional o cognitiva se filtra la narración.
4. ¿Cómo aplicarlo a la escritura creativa?
En la práctica, el modo narrativo es una herramienta fundamental para construir la voz y la experiencia del lector:
- Permite decidir desde dónde se cuenta la historia (narración omnisciente, interna, objetiva o en primera persona).
- Ayuda a controlar la distancia narrativa: si el lector está dentro del personaje o si observa desde fuera.
- Facilita crear efectos de empatía, misterio o tensión, según la información que se ofrece o se retiene.
Por ejemplo:
- Un modo omnisicente puede generar profundidad moral y amplitud temporal.
- Un modo interno o con punto de vista intensifica la identificación emocional.
- Un modo objetivo produce realismo o frialdad deliberada.
Conclusión
En resumen, el modo es una de las categorías fundamentales de análisis narrativo según el enfoque teórico de Gérard Genette, junto con el tiempo y la voz.
Y además de su valor analítico, es una herramienta práctica de creación, porque conocer el modo te permite elegir cómo contar para lograr el efecto que buscas en tu lector.