Raudal

Porque, sin querer, rozarás tus dedos, pasándolos por encima y notarás las puntas afiladas de mi alma. Son cristales puntiagudos, demasiados. Y se van dividiendo en partes cada vez más pequeñas hasta diluirse en mis pupilas. De ellas nace la lluvia, cayendo a raudales, destruyendo todo a su paso. Destruyéndome.

Sí, nunca lo consigo.

Me derrumbo.


Descubre más de perezitablog

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Comentarios

Deja un comentario