Ya no tengo alas, están cicatrizadas, desintegradas, desabrochadas de mi ser.
Enterradas.
Ya no puedo volar, no hay océano en mi alma. Sequedad en mis huesos.
No hay horizonte en mi cielo, ni estrellas en mis ojos.
Un grito que se queda atragantado en mi esófago, un salto fallido.
Un intento,
un Te quiero atascado.
Un volando que desciende.
Me quedan las manos y un par de pasos, los temblores y miedo.
Porque estoy perdiendo, agarrándome al acantilado del precipicio.
Me estoy suicidando en vida sin llegar a ser muerte. Soy inmortal.
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