Quizás era que tenía que cambiar de bolígrafo, o pasar la página. Quemar la libreta o tirarla por el retrete.
Me estampé contra aquel sujeto, tan indefenso y, a la vez, tan fuerte. Como un roble.
Ya no sé qué escribo, ni qué pienso.
Esto; que me afecta. Pero…, Por fin vuelvo a escribir. Aunque me gustaría hacerlo de verdad. Y está siendo más real que otra cosa. Aún así, por eso existen las libretas y por eso yo soy caos. Irregular, indescifrable e imparable. Porque aquí se lee mi paz; mis sentimientos estampados en un mundo ajeno; el mío.
Quería escribir tanto que, mira, estoy, con la tontería, llegando al fin de la página.
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