Sí, me emborraché,
también la fastidié.
Porque salí una noche donde fui.
Sonreí y viví.
Luego vi las estrellas de culo al suelo y cara al cielo.
Me estremezco al verme en el espejo,
y bajito, muy flojito, grito.
Grito a los monstruos que me atropellan,
grito a las personas que desprecian.
Y es que destellan,
desprenden la negrura espesa.
Engullen,
engullen palabras sucias,
amargas,
malcriadas.
No son seres,
son almas emborrachadas,
deshojadas,
desalmadas.
Estrellándome
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